LA CORRUPCIÓN EN PERU
Enriquecimiento ilícito de pocos a costa del hambre de millones de peruanos
Por: Jawuacholo
¿De qué nos sentimos orgullosos los
peruanos?
Lo mejor del Perú: su rica historia pre-inca
milenaria y del Tahuantinsuyo y sus tradiciones, lo más maravilloso de su
geografía, flora y fauna, algunas emblemáticas personalidades, sus ciudades más
importantes, su variedad gastronómica y algunas personalidades deportivas, difundir
que todo esto y mucho más “¡Vale un Perú!.
¿De qué nos sentimos avergonzados los
peruanos?
Lo peor del Perú: su sistema: democrático, jurídico
y político,
sus políticos, la estructura del Estado, su historia tergiversada, su
desigual estructura social y su corrupción, todo esto nos
impide alcanzar el desarrollo sostenido anhelado como nación ¡A la cárcel los corruptos!
1. ¿Cuánto pierde el Estado peruano al año por corrupción?
El nuevo contralor, Édgar Alarcón,
presentó una actualización del costo de este mal sobre las arcas estatales,
pero promete reducir estos niveles.
La corrupción es el abuso de los recursos públicos para beneficiar a
unas cuantas personas o grupos y en Perú las pérdidas que acarrea este cáncer
han variado con el pasar de la historia, pero la Contraloría General de la República ya tiene un
cálculo estimado al 2015.
El nuevo contralor, Édgar Alarcón,
reveló que al cierre del 2015 el costo de la corrupción en el Perú bordearían
fácilmente los 12,600 millones de
soles solo ese año, sin contar lo que pierde el Estado por ineficiencia del
sector público.
“Entonces, si yo hago una extrapolación y un análisis, por lo menos en
el año 2015, que es el último que tenemos cerrado, estaríamos al borde de los
S/ 12,600 millones, solo por corrupción, no engloba ineficiencia”, comentó el
Contralor.
El último cálculo de la Contraloría reflejaría un aumento en los costos
de la corrupción en el Perú, dado que los anteriores
estimados hablaban de una pérdida de S/ 10,000 millones.
Garras a contraloría
El nuevo contralor se ha trazado como meta reducir estos niveles al
menos en 10% por año durante los siete años que durará su gestión, a partir de
las nuevas medidas que busca introducir para darle “garras” a la controlaría.
Y justamente, estas medidas van enfocadas a mejorar la supervisión sobre
la obra pública, porque según Alarcón, ahí están los mayores volúmenes de
gasto, tanto en construcción como en mantenimiento y por tanto están más
expuestos a actos de corrupción.
“Por eso nuestra propuesta de la supervisión de obra, porque para
nosotros es básico, incluso tal como están las condiciones actuales, si yo
determino responsabilidad en el proceso de construcción de una obra pública,
nunca el supervisor está comprometido, porque es un tercero contratado, que no
está en las decisiones finales”, mencionó.
Si bien el número de funcionarios en las cárceles por actos de
corrupción es relativamente bajo respecto a las pérdidas del Estado por estos
casos, el contralor sostiene que si se han interpuesto sanciones.
En los últimos tres años la Contraloría sancionó a 400 funcionarios por
casos de corrupción y en procesos de sanción legal y administrativa se
encuentran otros 1,500 trabajadores del Estado.
2. ¿Cuánto
afecta la corrupción al desarrollo del Perú?
http://rpp.pe/politica/elecciones/cuanto-afecta-la-corrupcion-al-desarrollo-del-peru-noticia-920388#video
¿Cuánto
afecta la corrupción al desarrollo del Perú? La campaña El
Poder en tus Manos aborda
este problema, que -según datos de la Presidencia del Consejo de Ministros-
deja al país pérdidas por 10 mil
millones de soles anuales. Los alcances de este flagelo se ven
reflejados en datos de la Contraloría, ya que de los 1841 alcaldes, 1700 eran investigación al final de su mandado por
posibles actos de corrupción, peculado, malversación de fondos y colusión.
Principales afectados. Esto genera, según
expertos, desconfianza en el funcionario público, en la administración pública
y, como consecuencia, en el Estado en general y en el sistema democrático. Las
principales instituciones aquejadas por la corrupción son el sector Educación,
los gobiernos locales (donde no hay oficinas de control), el sector Interior
(la imagen de la Policía está en entredicho) y el Ministerio de Salud.
Alarmante cifra. La lucha contra la corrupción debe ser uno de los temas en agenda presidencial y prioridad del gobierno. Sin embargo, esta urgencia contrasta con resultados de encuestas como la del 2014 en la que un sorprendente 41 % reconoció que votaría por “un candidato que roba pero hace obra”.
Alarmante cifra. La lucha contra la corrupción debe ser uno de los temas en agenda presidencial y prioridad del gobierno. Sin embargo, esta urgencia contrasta con resultados de encuestas como la del 2014 en la que un sorprendente 41 % reconoció que votaría por “un candidato que roba pero hace obra”.
Tarea pendiente. Especialistas
recomiendan que se reglamente la nueva Ley de Declaración Jurada de Bienes y
Rentas, trasparentar el financiamiento público y privado de los partidos políticos,
la bancarización de los aportes, una ley moderna de lobbies, etc. También
está pendiente la creación de una autoridad autónoma y especializada que vele
por el derecho de acceso a la información pública, una forma en que la
población pueda fiscalizar a las autoridades.
3. ¿Cuál es el costo de la corrupción en el Perú?
El principal costo de la corrupción no es lo
robado, sino su impacto en la inversión y el acceso a servicios públicos
La corrupción se halla de manera consistente entre las
preocupaciones más graves de los peruanos. Según Ipsos, en el 2010, para el 47%
de ciudadanos era uno de los tres principales problemas del país; el porcentaje
subió a 52% cinco años después. La sensación de que se puede encontrar el
germen de la corrupción detrás de cada licitación, licencia, trámite
burocrático, concesión privada y funcionario público es cada vez más extendida.
La impresión no es del todo
injustificada: para la Procuraduría Anticorrupción, hace un año, el 92% de los
alcaldes del país (casi 1.700 de 1.841) estaban siendo investigados por
presuntos actos de corrupción vinculados a los delitos de peculado de uso,
malversación de fondos, negociación incompatible y colusión.

Da
clic a la imagen para ver la infografía completa. (Fuente: El Comercio)
Para la mayoría, el gran
problema con la corrupción son los recursos que el Estado pierde cada vez que,
por ejemplo, un alcalde distrital cobra una proporción del dinero del canon
invertido en estadios con mayor aforo que la cantidad de habitantes del distrito
o cada vez que un congresista contrata trabajadores fantasmas para laborar en
su despacho. Estas pérdidas, por cierto, no son insignificantes.
La verdad, sin embargo, es
que el costo económico de la corrupción va mucho más allá de los montos robados
del Tesoro Público. Aparte de las implicancias éticas o legales de estos
delitos y de las pérdidas de recursos públicos, ¿cómo afecta la corrupción a la
economía del país?
4. Debilita el ambiente de negocios y
distorsiona los incentivos.
La economía de mercado se basa en el supuesto de que las
empresas que ofrezcan un mejor servicio al menor costo serán premiadas con
mayores ventas y mejores ingresos. Cuando los acuerdos dejan de depender de
este mecanismo y más bien dependen de quién sea el amigo o pariente del alcalde
de turno, la economía deja de funcionar y las empresas pierden el incentivo
para competir.
En el caso de las
licitaciones públicas, las empresas serias que pueden ofrecer, por ejemplo, la
construcción de una carretera con buenos materiales y tiempos oportunos son
desplazadas por empresas de menor fiabilidad que se prestan a actos de
corrupción. Previendo esta situación, muchas compañías serias prefieren no
presentarse a algunos concursos y se pierden acuerdos convenientes tanto para
el sector privado como para el sector público. El sistema de incentivos para
mejorar los servicios de los privados ya no opera.
En consecuencia, la
inversión privada se ve perjudicada. Según el Fondo Monetario Internacional
(FMI), un país con problemas de corrupción podría incrementar en 5% su
inversión privada fortaleciendo el marco institucional que protege a los
inversionistas de estas prácticas. Además, el Foro Económico Mundial (WEF)
estima que la corrupción encarece en 10% el costo de hacer negocios, y en hasta
25% el costo de celebrar contratos en los países en desarrollo. Finalmente, el
WEF señala también que trasladar un negocio de un país con bajos niveles de
corrupción a uno con medianos o altos niveles de corrupción es equivalente a un
impuesto adicional del 20%.
5.
Genera malas decisiones.
Cuando un alcalde corrupto planea el trazo de una
carretera de un modo ineficiente pero que le permite cobrar una comisión o
contrata con una empresa constructora que usará materiales deficientes pero que
le asegura una tajada del negocio, el verdadero costo de la corrupción no está
en el monto que aparece en la cuenta del burgomaestre, sino en los defectos de
la carretera.
Por citar un caso, la
contraloría demostró que José Panta Quiroga, mano derecha de Gregorio Santos en
Cajamarca, recibió poco más de S/.403 mil en sus cuentas de Interbank y el BCP.
El motivo habría sido la irregular adjudicación de obras por S/.130 millones a
empresas que no contaban con los requisitos mínimos para realizarlas. En esta
situación, la coima representa el 0,3% del valor total de las obras. La
infraestructura mal concebida, mal construida y que, posiblemente, tendrá que
rehacerse cuesta varios millones. Este, posiblemente, sea el costo escondido
más importante de la corrupción: las malas decisiones que genera por la
búsqueda del incentivo ilegal.
A nivel agregado, trabajos
de la Universidad de Londres calculan que para países de ingresos medios y
bajos un punto adicional en el índice de corrupción de Transparencia
Internacional (estandarizado desde 0 para el país más corrupto y 12 para el
menos corrupto) agrega 0,59 puntos porcentuales adicionales a la tasa de
crecimiento del PBI.
6.
El caso de
Odebrecht
Descubrimos los peruanos, después
de todo, Papá Noel sí existe, pero no vive en el inhóspito Polo Norte (ni tonto
que fuera), sino en el tropicalísimo Brasil.
Y, lógico, no se
llama San Nicolás, ni Santa Claus, ni viejo pascuero, ni ninguna cursilería de
ese tipo, sino, como corresponde son las grandes corporaciones transnacionales
las que definen el espíritu navideño, su verdadero nombre suena a una mezcla de
carraspera con saludo nazi: ¡Odebrecht!
Miren, pues, quién hubiera
imaginado que el viejo roñoso que nos enchufaba unos regalos pichiruchis cada
Navidad, con el cuento de que nos habíamos portado mal todo el resto del año,
resultó la mar de generoso justo con los pillos más impresentables de la clase,
a quienes regalaba dinero en paila, como se vino a saber esta semana, cuando el
Departamento de Justicia de los Estados Unidos decidió hacer pública una
investigación sobre sobornos realizados a funcionarios de diversos países,
entre ellos el nuestro.
Cuando los dueños y
funcionarios de Odebrecht/Papá Noel decidieron acogerse a la delación eficaz
para tener un trato más benévolo de parte de la justicia norteamericana, se
supo que habían distribuido tal cantidad de dinero entre funcionarios corruptos
desde el tiempo del encarcelado japonés Fujimori y los posteriores tres
regímenes enteros (Alejandro Toledo: 2005-2006; Alan García: 2006-2011 y
Ollanta Humala: 2011-2014), que las torrecitas de dólares que repartía
Vladimiro Montesinos en la salita del SIN terminaron viéndose como billetitos
de monopolio.
Fueron, según se sabe hasta
el momento, unos 29 millones de dólares los que repartió Odebrecht/Papá Noel
entre toda laya de funcionarios, cuyo único mérito era asegurar que los
brasileños ganaran la mayor cantidad de licitaciones posibles y, si se toma en
cuenta que, por cada dólar gastado
en coimas, la generosa trasnacional brasileña recuperaba cinco, tenemos la astronómica cifra de 145 millones de dólares birlados de los dineros públicos directo
hacia la panza de este insaciable Santa Claus.
Hasta donde se sabe, la
noticia habría desatado una epidemia de enterocolitis en más de un grupo
político, sobre todo porque el siguiente paso es que, para que la figura de la
confesión eficaz sea redonda, los funcionarios y dueños de Odebrecht van a
tener que dar, con pelos y señales, nombres, montos y formas de pago
realizados, con lo cual se espera un verdadero carnaval de revelaciones que no
dejarían casi títere con cabeza en ningún partido que haya estado en el
gobierno, ¡ojalá así sea!.
Hasta el momento, y gracias
al contraste de fechas y tipos de obra construidas mediante esta monumental
“coimilicitación”, se sabe ya que la construcción del Tren Eléctrico, aquel
elefante blanco que sobrevive desde los años tristes del primer gobierno de
Alan García, ha sido una de las que mayores montos ha recibido de la División
de Operaciones Estructuradas (el eufemístico nombre del departamento de
Odebrecht que la pegaba de Santa Claus de la corrupción): nada menos que 1.4
millones de dólares para poner en marcha una obra que, al final, resultó con un
sobreprecio de casi un 25 por ciento sobre los 400 millones previstos al inicio.
Lo que se sabe ahora,
también, es que la mayor parte de la coimeadera se dio durante el último año de
Toledo, y a lo largo de todos los años del segundo gobierno de García. Y como
para que no quede duda de que la historia tiene más sentido del humor que un
avión lleno de ingleses ebrios, fue justamente Alan García quien inauguró el
“desinteresado” regalo de la empresa brasileña a nuestro país: un enorme
Cristo, réplica del de Corcovado, que adorna el Morro Solar y que, a partir de
ahora, será el símbolo de uno de los actos de corrupción más grandes de los que
se tiene noticia.
Por ahora, varios políticos
han saltado indignados a reclamar precisiones, nombres, montos, y a mostrar sus
impolutas manos como para demostrar que no tienen nada que ver con esta
nauseabunda corruptela. En las próximas semanas, cuando los hilos de la madeja
comiencen a desenrollarse, iremos viendo qué tan sinceras eran sus posturas
moralistas. O, lo que es más probable, los veremos emular a Houdini en un
mágico pase para desaparecer antes de que este tsunami nauseabundo los alcance.
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