Decepcción de una zorra observada por un cuervo
(Fábula)
La vieja y taimada zorra estaba decepcionada. Durante todo el día había
merodeado tristemente por los densos bosques y subido y bajado a las colinas,
pero. .. ¿de qué le había servido? No hallaba un solo bocado; ni siquiera un
ratón de campo. Cuando lo pensaba -y se estaba sintiendo tan vacía por dentro
que casi no podía pensar en otra cosa-, llegó a la conclusión de que nunca
había tenido más hambre en su vida. Además, sentía sed..., una sed terrible. Su
garganta estaba reseca.
En ese estado de ánimo. dio la
vuelta a un muro de piedra y se encontró con algo que le pareció casi un
milagro. Allí. Frente a ella, había un viñedo lleno de racimos de frescas y
deliciosas uvas, que sólo esperaban que las comiesen. Eran grandes y jugosas e
impregnaban el aire con su fragancia.
La zorra no
perdió el tiempo. Corrió, dio un salto y trató de asir la rama más baja, con
sus hambrientas mandíbulas ... ¡pero no llegó a alcanzarla! Volvió a saltar,
esta vez a una altura algo mayor, y tampoco pudo atrapar con los dientes una
sola uva. Cuando fracasó por tercera vez, se sentó por un momento y, con la
reseca lengua colgándole, miró las docenas y docenas de ramas que pendían fuera
de su alcance.
El
espectáculo era insoportable para una zorra famélica, y saltó y volvió a
saltar, hasta que sintió mareos. Necesitó mucho tiempo, pero, por fin,
comprendió que las uvas estaban tan fuera de su alcance... como las estrellas
del cielo. Y no le quedó más recurso que batirse en retirada.
-¡Bah! -murmuró para sí- ¿Quién necesita esas viejas
uvas agusanadas? Están verdes..., sí, eso es lo que pasa. ¡Verdes! Por nada del
mundo las comería.
-¡Ja, ja! -dijo el cuervo, que
había estado observando la escena desde una rama próxima- ¡Si te dieran un
racimo, veríamos si en verdad las uvas te parecían verdes!
MORALEJA:
Nunca traslades la culpa a los
demás de lo que no eres capaz de alcanzar.
Jawuacholo
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