ENCUENTRO DE DOS PERSONAJES DIVINOS
En las fiestas patronales de agosto
Apóstol San Bartolomé |
Apóstol San Pedro |
Por: DON BERNACHO
Pacllón, agosto 2014
Procesion en Pacllón |
Con ocasión de la
fiesta patronal del distrito de Pacllón, en homenaje a San Bartolomé, patrono y
protector del pueblo, el 24 de agosto de cada
año se celebra esta tradicional efemérides y por este motivo a fin de
dar mayor celebridad al acontecimiento era costumbre la visita de San Pedro, patrono del pueblo de
Llamac, como invitado especial. Estas prácticas religiosas eran recíprocas en
ambos pueblos vecinos, incluso en Lima con los hijos residentes cada fiesta
patronal de los dos pueblos; en la actualidad, lamentablemente, ya no se llevan
a cabo, pese que estas visitas mutuas tenía una vigencia desde los tiempos
inmemoriales entre los pueblos católicos.
Iglesia de Pacllón |
A la hora aproximada
los funcionarios de la fiesta patronal debidamente ataviados con indumentarias
tradicional, el Capitán de Plaza, el Inca y su séquito, entre ellas las
simpáticas pallas, vestidas también con sus atuendos de usanza costumbrista y
bajo la presidencia del santo anfitrión, se desplazaban hasta el lugar denominado “Cuta Panteon”, lugar de salida al pueblo vecino, al compás de las
melodías de la banda de músicos y la orquesta vernacular, encargados de amenizar el desarrollo de las festividades
y al incesante retumbar de las bombardas y avellanas, cuyas luces destellantes
surcaban el límpido cielo azul del pueblo, anunciando que la tradicional fiesta del año estaba en pleno
desarrollo. En dicho lugar se improvisaba un escenario de baile popular entre
los concurrentes, no obstante el estado agreste del suelo; el brindis se ofrecía
entre uno y otro bando con variado licor “jichapada
de bien venida” y la exquisita chicha de jora.
Previamente a San Bartolomé, conocido como el santo
del chuchillo lo vestían de gala, lucía una capa de terciopelo color rojo
sangre, bordado con hilo de oro y piedras preciosas, llevaba puesta una corona
de plata con incrustaciones de esmeraldas y zafiros, cuyos reflejos
resplandecían a la luz solar del
atardecer, de la misma manera llevaba un cuchillo de plata y una biblia. Al
santo patrón homenajeado, por momentos, en su rostro evidenciaba preocupación y
ansiedad, quizás, hasta nerviosismo y nostalgia; su vaga mirada se perdía por
las alturas del imponente macizo “Huancarpun”
frente al pueblo, como imaginarse pronto tendría un encuentro con su querido
hermano Pedro.
Por fin, llegaba el
momento esperado, el encuentro anunciado entre dos personajes divinos,
imaginariamente, tanto San Bartolomé y San Pedro, se abrazaban tiernamente como
evocar sus tiempos de predicación de la religión católica en los albores del
cristianismo, ante la mirada absorta de una multitudinaria concurrencia. En ese
momento al Santo anfitrión se le notaba un tanto sosegado y feliz, mientras que
a su par visitante, en su rostro reflejaba signos de cansancio, seguramente por
el trajín realizado por una ruta accidentada y polvorienta, bajo el imponente
calor del estío. En tanto, los lugareños y los miembros de la delegación
foránea mutuamente se abrazaban en señal de amistad y cordialidad; mientras que
a esa hora del atardecer el frio viento acariciaba las mejillas curtidas del
poblador andino.
Acto seguido, y concluidas
las salutaciones de estilo, ambos santos patronales en sus respectivas andas,
engalanadas con vistosas ramos florales y multicolores cirios y velas, cuyas
llamas rutilantes se resistían desafiantes al viento vespertino, se
posesionaban frente a frente sobre los hombros de sus devotos, a fin de
ejecutar reiteradas venias como expresión de saludo protocolar, en medio de
vítores emocionados y ruidoso aplausos de la feligresía presente; mientras que
algunos devotos aprovechaban en acercarse a las imágenes a fin de tocarlas y
santiguarse en señal de devoción, antes que se iniciara el recorrido en
procesión hasta el templo local, en
donde permanecía y participaba en las diferentes actividades del acontecimiento
popular, hasta el día de su retorno.
Iglesia de Llamac |
A esa hora del
atardecer, la víspera de la fiesta está por finalizar dentro de algunas horas,
el astro rey se inclina inexorablemente por las alturas del fundo de “Pancal”,
reflejando sus rayos solares por “Santa
Cruz” otro cerro tutelar encima del pueblo que con algarabía celebra su
costumbre ancestral; mientras que
el viento andino impregnados de polvo y
paja del trigal arremete contra el gentío, arrasando sus vestimentas y
sombreros por encima de los tejados, con justificada razón los pobladores
comparan “agosto viento” con “marzo tambia”, extremas
manifestaciones de la naturaleza.
¡Que hermoso rememorar
tiempos de antaño!, las mutuas visitas de los personajes divinos tradicionales
y gratificantes para los pueblos de la región, especialmente para sus devotos
habitantes, era un esperado acontecimiento para ratificar y fortalecer los
lazos de amistad y acrecentar la fe católica.
Hoy en día, lamentablemente, ese legado heredados de nuestros
antepasados ya no está en práctica, se fue a la tumba con nuestros abuelos y aún
quedan en la memoria de nuestros padres, todavía; ojalá las venideras
generaciones opten por recuperar que considero importante mantener nuestras
tradiciones y costumbres que se traducen en historia de nuestros pueblos.
Culpar de esta desidia será fácil. También
asumamos responsabilidades, creo yo,
personalmente, las diócesis de la jurisdicción, en alguna medida son culpables
por no asignar un sacerdote o una
religiosa que avive los sentimientos
religiosos de nuestra población, como lo hacen las otras confesiones
religiosas, con sus actitudes agresivas
e insistentes en captar adepto a sus
filas a lo largo y ancho del país.
REFERENCIAS
DE LA MUERTE DE LOS APÓSTOLES DE CRISTO
Apóstol San Bartolomé: Fue desollado vivo en
Albáhap en Arinenia.
En India, Bartolomé predicó por años la divinidad
de Dios y Jesús; con ello logró que el rey Polimio se convirtiera al
cristianismo y dejara su trono y su fe pagana. Entonces el hermano de Polimio,
Astiages, ordenó a los soldados que apresaran a Bartolomé y así lo hicieron. Al
estar frente a Bartolomé, Astiages le dijo:
- ¡De modo, dijo el rey al apóstol, que tú eres el hombre que pervirtió a mi hermano!
- Yo no pervertí a tu hermano, sino que lo convertí, dijo Bartolomé.
A esto replicó Astiages:
- Pues voy a hacer contigo lo que tú hiciste con él; como tú obligaste a Polimio a renegar de mi dios y a creer en el tuyo, yo te obligaré a ti a renegar del tuyo y a creer en el mío.
El apóstol puntualizó:
- Yo lo que hice fue vencer al dios al que tu hermano adoraba, mostrarlo maniatado ante el público, y exigirle que rompiera las imágenes de los ídolos. Prueba tú a hacer lo mismo con el mío. Si consigues maniatar a mi Dios, te prometo que adoraré al tuyo; pero si no lo consigues, continuaré destruyendo las estatuas de tus falsas divinidades, y si tú fueses razonable te convertirías a mi religión como se convirtió tu hermano. En esto alguien se presentó ante el rey y le comunicó que la imagen de Baldach, otro de sus ídolos, acababa de caer rodando por el suelo y de romperse en mil pedazos. El rey, al oír esta noticia, rasgó su manto púrpura, mandó que apalearan al apóstol y que tras propinarle una enorme paliza lo desollaran vivo.
- ¡De modo, dijo el rey al apóstol, que tú eres el hombre que pervirtió a mi hermano!
- Yo no pervertí a tu hermano, sino que lo convertí, dijo Bartolomé.
A esto replicó Astiages:
- Pues voy a hacer contigo lo que tú hiciste con él; como tú obligaste a Polimio a renegar de mi dios y a creer en el tuyo, yo te obligaré a ti a renegar del tuyo y a creer en el mío.
El apóstol puntualizó:
- Yo lo que hice fue vencer al dios al que tu hermano adoraba, mostrarlo maniatado ante el público, y exigirle que rompiera las imágenes de los ídolos. Prueba tú a hacer lo mismo con el mío. Si consigues maniatar a mi Dios, te prometo que adoraré al tuyo; pero si no lo consigues, continuaré destruyendo las estatuas de tus falsas divinidades, y si tú fueses razonable te convertirías a mi religión como se convirtió tu hermano. En esto alguien se presentó ante el rey y le comunicó que la imagen de Baldach, otro de sus ídolos, acababa de caer rodando por el suelo y de romperse en mil pedazos. El rey, al oír esta noticia, rasgó su manto púrpura, mandó que apalearan al apóstol y que tras propinarle una enorme paliza lo desollaran vivo.
Apóstol San Pedro: Fue crucificado con la
cabeza abajo.
Pedro y Pablo, predicaron y convirtieron al cristianismo a
muchas personas en todo su caminar y en diferentes ciudades, por ello, el
emperador Nerón los mandó a encarcelar, pero aún ahí convirtieron a soldados a
su fe. Así pues, estos soldados los soltaron de la prisión. Cuando Pedro salió
de la cárcel, sus hermanos en la fe rogaron que huyera de la ciudad, y, aunque
él al principio se resistió a hacerlo, finalmente convencido por ellos se
dispuso a salir de Roma, y al llegar a una de las puertas de la muralla situada
en el lugar que actualmente lleva el nombre de Santa María "ad
passus", según San Lino y San León, vio a Cristo que venía hacia él.
Pedro, al verlo, le dijo:
- Domine, quo vadis? O sea, Señor, ¿adónde vas?
- A Roma, para que me crucifiquen de nuevo.
- ¿Para qué te crucifiquen de nuevo? – preguntó Pedro.
- Sí – contestó el Señor.
Entonces Pedro exclamó:
- En ese caso me vuelvo para que me crucifiquen también a mí contigo.
En aquel preciso momento el Señor subió al cielo ante la mirada atónita de San Pedro que comenzó a llorar de emoción, porque repentinamente se dio cuenta de que la crucifixión de que Cristo había hablado era la que a él le aguardaba, es decir, la que el Señor iba nuevamente a padecer a través de su propia crucifixión. Inmediatamente volvió sobre sus pasos, se internó en la ciudad y refirió a los hermanos la visión que había tenido. Poco después, los soldados de Nerón lo detuvieron, y en calidad de prisionero lo condujeron a la presencia del prefecto Agripa, quien lo condenó a morir crucificado.
Los verdugos tuvieron a bien acceder a este deseo y, en consecuencia, colocaron el cuerpo del santo sobre la cruz de manera que sus pies pudiesen ser clavados separadamente en los extremos del travesaño horizontal superior, y las manos en la parte baja del fuste, cerca del suelo". Así pues, Pedro, el primer guía de la Iglesia Católica y en quien Jesús depositó la responsabilidad de las llaves del Cielo, fue crucificado de cabeza.
- Domine, quo vadis? O sea, Señor, ¿adónde vas?
- A Roma, para que me crucifiquen de nuevo.
- ¿Para qué te crucifiquen de nuevo? – preguntó Pedro.
- Sí – contestó el Señor.
Entonces Pedro exclamó:
- En ese caso me vuelvo para que me crucifiquen también a mí contigo.
En aquel preciso momento el Señor subió al cielo ante la mirada atónita de San Pedro que comenzó a llorar de emoción, porque repentinamente se dio cuenta de que la crucifixión de que Cristo había hablado era la que a él le aguardaba, es decir, la que el Señor iba nuevamente a padecer a través de su propia crucifixión. Inmediatamente volvió sobre sus pasos, se internó en la ciudad y refirió a los hermanos la visión que había tenido. Poco después, los soldados de Nerón lo detuvieron, y en calidad de prisionero lo condujeron a la presencia del prefecto Agripa, quien lo condenó a morir crucificado.
Los verdugos tuvieron a bien acceder a este deseo y, en consecuencia, colocaron el cuerpo del santo sobre la cruz de manera que sus pies pudiesen ser clavados separadamente en los extremos del travesaño horizontal superior, y las manos en la parte baja del fuste, cerca del suelo". Así pues, Pedro, el primer guía de la Iglesia Católica y en quien Jesús depositó la responsabilidad de las llaves del Cielo, fue crucificado de cabeza.
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