25
años no son nada
Es notable la voluntad de la derecha de querer sacudirse el evidente
fracaso del modelo económico mediante una operación “sencilla”: echarle la
culpa a Humala por su falta de liderazgo al mismo tiempo que barren bajo de la
alfombra sus responsabilidades acumuladas durante los últimos 25 años.
La cuestión es así: mientras había un enorme viento de cola debido a los
altos precios de las materias primas, para qué nos vamos a preocupar de la
reforma del Estado. ¿Reforma de la educación? Pero si ya hay educación privada.
¿Reforma del sistema de salud? Pero si ya tenemos seguro privado de salud.
¿Reforma del transporte? Pero si ya tenemos auto y no tenemos que colgarnos de
un micro dos horas de ida y dos de vuelta.
Además, ya se hizo en los 90 la reforma del Estado, tal cual ellos la
entienden. Se crearon las islas de eficiencia necesarias para el modelo: la
SUNAT, el INDECOPI, la SUNASS, OSIPTEL, Osinergmin y el OSITRAN. Y se
fortalecieron dos instituciones clave: el MEF y el BCRP.
El MEF es ahora el superministerio. Controla la economía y las finanzas,
lo que no sucede por ejemplo en Chile que están separadas. El MEF aprueba todas
las inversiones mediante el SNIP. Claro, si desaparecieron el Instituto
Nacional de Planificación para priorizar inversiones. Y tampoco necesitan una
visión de largo plazo. Basta con el Marco Macroeconómico Multianual, que tiene
un horizonte de 3 años. En el papel existe el CEPLAN, pero se sabe que el MEF
no lo quiere y está “pintado en la pared”.
¿Reforma del sistema electoral, del financiamiento de los partidos y del
voto preferencial? No es prioritario porque el Congreso –con circo y todo– vota
a favor de las leyes que necesitan. Se pueden contar con los dedos de la mano
las no aprobadas en los últimos 15 años.
Pero, dicen, el gobierno tiene toda la culpa de que la inversión privada
se haya caído. Todo porque se metió en “aventuras” como la compra de los grifos
de Repsol y que Petroperú invierta en la refinería de Talara. Esas son leyendas
urbanas porque las empresas estatales están en todos los países de la Región. Y
no dicen lo que constata la CEPAL: “La desaceleración se explica tanto por la
caída en los precios de las materias primas como por la caída de la inversión.
La dinámica del ciclo de la inversión ha sido poco favorable para promover un
crecimiento sostenido e inclusivo en el largo plazo” (1). Ese es el problema.
Tampoco se dice que este gobierno ha dado muchas medidas para favorecer
la inversión privada, comenzando por la rebaja del impuesto a la renta a las empresas.
Así, en el I Semestre la SUNAT dice que la recaudación de ese impuesto ha caído
en 13%. Dicho de otra manera, se recauda menos para que –en teoría– el privado
invierta, pero eso no sucede. Pero sí aumenta la riqueza privada, sin
contrapartida, lo que incrementa la desigualdad.
La derecha también está contenta con que no aumente el salario mínimo.
Pero ahí sí no critican al gobierno. Existen numerosos estudios que dicen que
esa medida contribuye a la reactivación económica y no genera pérdida de
empleos. Lo dijeron hace poco siete Premios Nobel de economía: Arrow, Diamond,
Maskin Schelling, Solow, Spence y Stiglitz (2). Eso no importa.
En política energética, el sector privado es el dueño de la molécula y
dispone como le da la gana su uso y destino. Por eso no hay un plan integral
para el Gasoducto Sur peruano y la petroquímica. Más aún. Se reexportó el gas
de Camisea por Repsol (a mayor precio que el declarado acá, lo que generó
menores regalías) y Perupetro ganó el arbitraje en el CIADI. Pero eso no le
importa a la derecha y el Presidente tampoco lo mencionó en el Mensaje. Otrosí:
habría más reexportaciones, esta vez de Shell, con pérdidas para el país.
Petroperú avanza con la Refinería de Talara –lo que está muy bien– pero
no se sabe si va a entrar o no al Lote 192 o si podrá explotar con un socio
inversionista su Lote 64 (el MEF de Segura ha devuelto el expediente, lo que
podría llevar a la pérdida de 55 millones de barriles de reservas probadas.
Esas son ya palabras mayores). Aquí no hay “crítica” al gobierno.
La cereza de la torta: atacar los programas sociales, arguyendo que es
el crecimiento del PBI (hoy en 2.5%) el que reduce la pobreza. ¿Sabe la derecha
que en EEUU existen los “food stamps”, para solo mencionar uno de los múltiples
programas sociales? ¿Sabe que en toda Europa –incluidas Alemania y Francia– se
mantienen los programas centrales del Estado de Bienestar? ¿Ya no se acuerda la
derecha de su voluntad de “inclusión social” en el 2006, cuando Humala perdió
por muy poco?
En un reciente informe de CEPAL se analizan los programas tipo “Juntos”
en Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Paraguay, Uruguay y Venezuela
(3). La conclusión: han cumplido su misión de alivio temporal de la pobreza.
Eso no quita, obvio, que se necesita un cambio estructural que permita la
diversificación productiva para crear trabajo digno y empleos de calidad.
La derecha sabe lo que quiere y la ayuda la “prensa concentrada”. No
quiere asumir que los problemas de hoy tienen un origen y que ellos están en el
gobierno hace 25 años. Ciertamente, el gobierno de Humala es corresponsable
porque cambió de programa y adhirió al “piloto automático”. Cuando las vacas
estaban gordas es que había que plantear cambios y reformas. Y no se hizo. Hoy
que las vacas están flacas y ya han usado a este gobierno cómplice todo lo que
han querido y podido, quieren “quitarle el cuerpo” a su responsabilidad y lo
atacan, con el objetivo de elegir un gobierno de derecha que haga más de lo
mismo. ¿Hasta cuándo?
(1) Estudio económico de América Latina 2015,www.cepal.org
(3) Transferencias de Ingresos para la Erradicación de la Pobreza: Dos
décadas de experiencias, www.cepal.org
FUENTE:
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