miércoles, 23 de diciembre de 2015

ASALTOS EN NAVIDAD

¡Arriba las manos, esto es la Navidad!

¿Feliz Navidad?
Merry Christmas?



   
Florencio Bernabé Gonzales

De poco valen entre nosotros  decirnos ¡Feliz Navidad!, ¡Que la navidad llene sus corazones!, frases y discursos rimbombantes, palabras desgastadas e hipócritas. Es casi automático, en estas fechas todos caemos en los estereotipos y decimos frases que el resto del año olvidamos. Nos volvemos más tiernos e incluso parecemos más amorosos e indulgentes.

Cada año que llega navidad en el mundo cristiano, en la cultura occidental, como la nuestra, sin la publicidad, sin la complicidad de los gobernantes, sin la complacencia de los mandos clericales… el cometido mercantil de los festejos navideños naufragaría en las tiendas. Han secuestrado, en alianza con sinnúmero de socios, la "Navidad". Antes, durante y después del que se conoce como día del aniversario natalicio de Jesucristo, una vorágine mercantil se apodera del mundo y lo inunda con mal gusto, juguetería basura y música cursi al servicio de un episodio de expansión comercial cuya capacidad de penetración ha rebasado todo el límite. Y se lo promueve como logro moral del capitalismo. 

Se trata de un ultraje navideño con juguetes, arbolitos, esferas, luces, moños y excesos de todo tipo. Viviendas y oficinas adornadas con arbolitos de plástico y luces de fabricación china en costa, sierra y selva, consumo de panetones con alto contenido de bromato, chocolates calientes en pleno verano costeño, consumo de pavo y pollo a discreción, entre otras tradiciones y costumbres impuestas ajenos a nuestra realidad.

La "industria publicitaria" cumple su tarea ideológica, camuflada de cristiana, entrañable e inofensiva. Reino terrenal de sistema avasallante de producción publicitaria en éxtasis capitalista de objetos incontables y en plena crisis de sobreproducción. Nos inunda la publicidad, juega con nuestros sueños, planifica estrategias de ventas con bases materiales concretas y complejas, se hace de nuestras palabras y penetra nuestros campos imaginarios, nuestros deseos, nuestros apetitos, nuestras ambiciones… alienación que desgarra toda relación con la vida real para garantizar la usurpación del salario a cambio de baratijas de ocasión. "Noche de paz y noche de amor"… dicen.

Asalto ideológico penetrante que nos exige autodefensas para ayudarnos a desconfiar del oropel publicitario, interpretar correctamente las exageraciones y las ambigüedades, desnudar las trampas de la lengua burguesa. Aunque la tengamos metida en casa, la guerra ideológica emprendida por el capitalismo salvaje para hacernos compradores compulsivos de cualquier basura.

Debiera ser momentos para reflexionar y compartir  nuestra realidad, hacer que se transmita por generaciones nuestro rechazo al consumismo salvaje que carcome nuestra condición humana y el equilibrio ecológico de la madre naturaleza.

Cada navidad nos volvemos más hipócritas. Aparentamos como el moribundo que finge creer en lo que sea, temeroso de lo desconocido. Puede ser. Pero no soy quien para hacer juicios en tal sentido. Es más: creo que no decimos lo que sentimos por escrúpulos o por vergüenza. Sea como fuere, parecemos mejores.

Qué respuesta exponemos ante las siguientes interrogantes… ¿Hemos de sonreír y mostrarnos dichosos cuando la infelicidad reina por doquier? ¿Debemos atiborrarnos a sabiendas de que más de medio mundo pasa hambre, frio y dolor? ¿Tenemos derecho a cantar y bailar en esta tierra atribulada? ¿Habremos de enorgullecernos siendo conscientes de que otros sufren y lloran en soledad?



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