lunes, 20 de junio de 2016

KARAKOCHA, LAGUNA ENCANTADA

KARAKOCHA, LAGUNA ENCANTADA


Ubicación de laguna Karacocha
Mis padres: Virginio Bernabé Gamarra y Salomina Gonzales Ibarra

Alumnos de la Escuela 366 con el Prof. Yabar

Alumnos del nivel primario de la misma escuela (actual)
Pacllón por la década del 50


 “Primer y último paseo escolar con Ananías, mi hermano”


DON BERNACHO   


A
quel sábado de Mayo de la década del 50, mamá “Chaluca ”muy temprano nos despertó  ¡ hijitos, ya levantarse ¡ tienen que asistir al paseo; el paseo había sido programado para los alumnos del 4to. de primaria de la Escuela Fiscal del pueblo, al lugar denominado la Laguna de Karakocha, ubicada en las alturas de Pacllón.




Después del ligero desayuno, Ananías, cariñosamente llamado “Añaco” y yo nos despedimos de nuestra madre, expresándole ambos al unísono: -CHAU MAMITA-  y ella, también, nos abrazó a los dos hijos cariñosamente como despedida, posiblemente sin presagiar la tragedia que rondaría nuestro hogar; de fiambre nos había preparado cancha con queso y “shinti” (habas tostada y sancochada) y para reforzar la dieta humitas dulces y tortillas de huevos.


Catarata de Llimka
Era una mañana fresca y el cielo azul estaba despejada, el suave viento acariciaba nuestros rostros cuarteados por la inclemencia del clima reinante, mientras que los primeros rayos solares se asomaban por las alturas de Pancal.  Los excursionistas teníamos que partir desde el local escolar, bajo la responsabilidad de los profesores, uno de ellos el Prof. Marcos Padilla, conocido en el ámbito educativo como “Raja el culo”, por su peculiar estilo de castigar a los alumnos que incumplíamos las reglas establecidas en la escuela, nos desplazamos por las calles del pueblo hasta el cementerio, animados bajo la rigurosa mirada  y aplausos de algunos padres de familia que se habían apostado en el trayecto.

Entre los participantes se notaba inmenso deseo y entusiasmo por conocer corporativamente la laguna  de Karakocha, un lugar de muchas leyendas y mitos, en el lenguaje popular se decía que tenía “encantos”.   Nuestra ruta inicial fue el camino que conduce al pueblo de Mangas, hasta el lugar denominado “Querquer”, de allí bifurcamos por un sendero abrupto y tortuoso, cuesta ascendente, no obstante de que sus veras se encontraban adornadas de arbustos que colgaban sus frutos y hermosas flores silvestres hacia el camino, y otras, que florecían al ras del suelo exhibiendo sus diminutas flores multicolores y en cuyas ramas y pétalos se  lucían reluciente el rocío del amanecer.


La intrepidez de los adolescentes participantes, entre ellos : Los  “Sucre”, “Bonclay”, “Shapra Virgilio”, “Lucre”, “Añaco”, “JJ”, “Victor”, “Elí”, “Lino”, “Fructuoso”,”Truman”,”Ofelio”, “Pos Alejo,””Ciro” y otros más, cuyos nombres no recuerdo; recorrían  con tanta facilidad y habilidad el sinuoso camino sin importarles que los arbustos como el “Muchqui”, “Quincha”, “Walanka”, “Humancuy”y “Wagro”, cuyas abundantes espinas podrían lastimarles, aún más, sin tener en cuenta, por aquellos tiempos, todos  sin excepción usábamos el “Llanque”, que consistía en pedazo de llanta de carro con tiento de jebe o de cuero de vaca, que frecuentemente se deterioraba, especialmente en suelo mojado y declive.
Rio Tackrarackra, nace de laguna Karacocha


Durante el trayecto cruzamos abras, riachuelos, arroyos y humedales hasta llegar a nuestro destino, en el lugar los profesores acompañantes nos explicaban brevemente sobre el origen de la laguna y otros accidentes geográficos; posteriormente iniciamos a explorar la belleza sin par de la laguna y lugares aledaños, nos parecía como que estuviéramos caminando por una inmensa alfombra verde adornada de variedad de flores multicolores que emergían desde las entrañas del suelo y en cuyas aguas cristalinas se reflejaba el límpido cielo azul serrano y en su superficie ondeante revoloteaban raudamente las aves acuáticas y los pececillos, conocidos como la “Challhua” , emergían vigorosamente a la superficie como señal de manifestación de protesta por la presencia de furtivos visitantes.
Viajeros camino a  Karacocha


Al arribar a dicha  laguna, era evidente que  “Añaco” se encontraba con malestar, tenía el rostro enrojecido, pálido, sin ánimo de seguir a la comitiva en sus desplazamientos por las inmediaciones del lugar; confidencialmente me confesó que se sentía cansado y tenía mucho sueño, por lo que con la venia de los responsables  se quedó  cerca a  la orilla de la laguna al cuidado de los equipajes. Y cuando retornamos a la hora del refrigerio él se encontraba profundamente dormido y a tanta exigencia se despertó con intenso dolor de cabeza y un malestar generalizado, rehuyó  en todo momento  probar bocado alguno.¿ Será que el encanto de la laguna haya absorbido  su débil y frágil consistencia física? o será talvez,¿ le afectó el mal de altura?. Realmente un misterio hasta la actualidad.


En horas de la tarde, mientras el candente astro rey declinaba sus rayos solares hacía el ocaso, el cielo azul se cubría de escasa nube. Los  alumnos antes de iniciar el retorno nos desplazamos hasta el bosque de” Quenuales” y “ Quisuares”, a fin de conocer de cerca y tocar dichas  plantas milenarias; asimismo, fuimos hasta  la cantera de piedras, existente en el lugar, comúnmente conocido como  “Jatun Ranra” (El Pedregal), hábitat de las vizcachas, pero no tuvimos la suerte de observar ningún ejemplar, por cuanto, esos mamíferos de cola  y orejas largas sólo se asoman a la superficie en horas de la mañana para disfrutar de los primeros rayos solares del día.  De retorno a casa algunos de los participantes del paseo, aprovechamos  para coger flores y frutos silvestres abundantes en la puna, como el ”Ccantu”, Rimarima”, “Taulish” y el sabroso” Wagro”, éste último, cuyos frutos  envueltos en pelambre blanco están  protegidos por sus espinas; se reproduce al ras de suelo.
Puente de Llimka, sobre rio Tackrarackra

El retorno  al pueblo fue rápido, utilizamos menos tiempo que la ida, un camino de bajada , mientras que para mí fue lento y pausado por el estado de salud de mi hermano menor, por ratos se sentía desvanecer porque no había ingerido alimento alguno  en el día. Finalmente, llegamos a nuestro hogar, nuestros padres se encontraban preocupados y cuando le informé sobre la salud de “Añaco”, la situación  se empeoró sólo atinaron en acudir a un “Curioso”; inmediatamente pensaron en Don Isabel  Carrera, su compadre, aficionado o entendido de curar males desconocidos  como el que presentaba un miembro de la familia, mediante la administración de brebajes de  hierbas medicinales; este tratamiento empírico en nada favoreció al mejoramiento de la salud del enfermo. Era evidente que cada día su salud  se quebrantaba, pese al  denodado esfuerzo de la familia. 
Comunero en la laguna de Kejin

Por desgracia para los lugareños por esa época no había  Médico ni enfermera y menos una Posta Medica en el pueblo, nadie podía controlar ni la fiebre… y finalmente,  mi querido y recordado hermano, pese haber luchado heroicamente contra la muerte,  debido a su  estado de salud enclenque, se despidió de este mundo cruel antes de los cuarenta días;  La adversidad nuevamente enlutó al hogar familiar, mis padres habían sepultado el cuarto vástago, dos mujeres y dos varones, una verdadera tragedia familiar que quedó impregnado en la memoria de un pueblo desasistido por las autoridades  de ese entonces.

                                                              
Lima, Mayo del 2016.


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