MANIFESTACIONES CULTURALES DE PUEBLOS ANDINOS,
LUEGO DEL SAQUEO IBÉRICO AL TAHUANTINSUYO
Simbolizando la captura del Inca Atahualpa en Cajamarca en 1532
Florencio Bernabé Gonzales
Este trabajo constituye un modesto intento, dada
la gran cantidad de literatura sobre el tema y las diferentes aproximaciones
interdisciplinarias, por precisar los significados de los conceptos fusión
cultural, imposición cultural e interculturalidad, tan en boga hoy en día, para
arribar a un uso terminológico más apropiado desde diversas perspectivas,
ilustrado por una panorámica de la diversidad cultural impuesta como producto
de la invasión y saqueo europea en el Nuevo Mundo.
I.
LA HISTORIA
CONTADA POR LOS VENCEDORES
En 1524, Pizarro a sus cuarenta y
seis años, había formado una Compañía del Levante con dos socios, Diego de
Almagro y Hernando de Luque. Pizarro y Almagro, eran de Extremadura y por ello hombres del campo. Al igual que
Pizarro, Almagro era analfabeto e hijo ilegitimo. Nadie recibía retribución ni
salario por su participación. Sino que lo hacían con la esperanza de compartir
los beneficios adquiridos a través del pillaje, el saqueo y muerte, según lo
que cada uno hubiera invertido en esa expedición.
1.1.
BUSCANDO EL FABULOSO IMPERIO
Mapa del Tahuantinsuyo |
Varios años antes de esta
expedición, corrían rumores por la ciudad de Panamá de la existencia de una
tierra legendaria de oro en algún lugar hacia el sur. En 1522, Pascual Andagoya
navegó doscientas millas siguiendo las costas de lo que acabaría conociéndose
como Colombia, Andagoya buscaba un pueblo rico que creía se llamaba “Viru” o
“Biru”. El nombre de este pueblo evolucionaria y acabaría refiriéndose a Perú,
una tierra situada mucho más al sur, y sede del imperio más grande que el Nuevo
Mundo jamás conoció.
Pizarro era ayudado por sus
intérpretes, Felipillo y Martinillo, los niños indígenas a quienes había
enseñado español. Cuando llego a Tumbez (hoy Tumbes) por primera vez, en 1528,
el imperio inca estaba gobernado por el poderoso emperador llamado Huayna
Capac, al verse enfermo por una terrible enfermedad, el moribundo emperador
dijo a sus nobles que su hijo, Ninan Cuyoche, heredaría el imperio si los
augurios eran propicios. De no ser así, su otro hijo, Huáscar, ascendería al
trono. Siguiendo sus deseos, los nobles fueron en busca del joven heredero,
pero cuando llegaron a Tumi-pampa, encontraron… que Ninan Cuyoche ya había
muerto de la peste.
Al igual que las monarquías del
mundo, aparentemente se pensaba, que si un aspirante al trono era
suficientemente astuto, audaz y agresivo como para apropiarse del trono, era
porque tenía lo necesario para gobernar el imperio con éxito. Por tanto, la
dinámica de sucesión dinástica en el imperio inca permitía que el candidato más
capacitado fuera quien subiera a lo más alto. No había alguna transición
pacífica, ni siquiera si el mismo emperador elegía un heredero. El hecho de no
dejar sucesor o, como ocurrió con la
muerte de Huayna Capac. El designar a uno de repente, solo agravaba la habitual
gresca por la sucesión dinástica de los incas. Y esto fue precisamente lo que
empezó a ocurrir en Perú a partir de 1527 aproximadamente.
La mayoría de las versiones afirma
que poco después de la muerte de Huayna Capac, su hijo Huascar fue coronado
emperador en Cuzco, situado a 1600 kilómetros al sur de su lecho de muerte.
Otro de sus hijos, Atahualpa, permaneció en Quito, ciudad donde Huayna Capac permanecía durante su campaña continuada en lo
que es el Ecuador. Nacidos de distinta madre, Atahualpa y Huáscar eran
hermanastros, y ambos tenían veintitantos años cuando su padre murió, pero eran
radicalmente opuestos de carácter.
1.2.
PUGNA POR EL PODER INCA
Aunque Atahualpa (Atabilpa) y Huáscar
tenían el mismo padre, pertenecían a grupos familiares o panacas reales
completamente distintos. Atahualpa provenía de un grupo llamado Hatun ayllu a
través de su madre, mientras que Huáscar descendía por la suya de un panaca
conocido como Qhapaq ayllu. Los dos grupos familiares estaban enfrentados entre
sí y llevaban varias generaciones envueltos en luchas por la supremacía y el
poder. Ahora, dado que la sucesión real solía ser la chispa que desataba la
guerra política abierta, desde el momento en que Atahualpa no se presentó al
multitudinario funeral de su padre en Cuzco ni a la posterior coronación de su
hermanastro, Huáscar empezó a sospechar.
Finalmente, el nuevo emperador opto
por embarcarse en una campaña militar para resolver de una vez por todas, el
asunto de la sucesión. Sin embargo, su decisión de entrar en guerra no estaba
lo suficientemente madurada, estaba en desventaja. Dado que su padre, Huayna
Capac, había llevado a cabo numerosas campañas militares en el norte, su
hermano Atahualpa que le acompañaba, tenía ahora la ventaja de liderar a las
tropas más avezadas y expertas en la batalla. El ejército estaba liderado por
los tres generales más sobresalientes del imperio: Chalcuchima, Quisquis y
Rumiñahui, y estos no tardaron en jurar lealtad a Atahualpa. Por su parte, Huáscar
se vio obligado a reclutar un ejército con poca o ninguna experiencia militar.
Y así, mientras Huáscar lideraba un contingente casi inexperto desde el sur,
Atahualpa contaba con las diestras
fuerzas imperiales. Aun así, Huáscar decidió seguir con la ofensiva y envió
un ejército hacia el norte del imperio, a las órdenes del general Atog (el
zorro).
Inca Huayna Capac |
1.3.
PRESENCIA DE FORASTEROS
Sin embargo, a Atahualpa aún le quedaba
un asunto por atender antes de iniciar su marcha triunfal hacia el sur para
reclamar su imperio. En los últimos meses le habían llegado informes a través
de los chasquis acerca de un grupo de extraños forasteros que, al parecer,
avanzaban por los Andes en dirección
hacia él, los chasquis indicaban que eran 168, 106 iban a pie, 62 a caballo, los extranjeros se abrían paso con
arrogancia y habían torturado y asesinado a varios jefes provinciales. Sin
embargo, en lugar de ordenar su exterminación inmediata, Atahualpa prefirió
dejar que se adentraran un poco más en su territorio.
Corría el mes de noviembre de 1532,
seguía llegando noticias de la victoria final en Cuzco, Atahualpa debió sopesar
esta extraña incursión por el oeste, desde las costas: ¿Quién sería esa gente?
¿Y cómo osaban meterse en un imperio cuyos ejércitos podían destrozarles con
solo alzar un dedo? Al escuchar las ultimas noticias sobre lo atrevido e
insensatos invasores, entremezcladas con los informes que llegaban del sur a
diario, Atahualpa alzo la copa dorada hecha con el cráneo de su viejo enemigo
Atog, el Zorro, bebió un trago largo del borde de oro y hueso, y volvió su
atención sobre los asuntos más apremiantes que le aguardaban. Pizarro y sus
cuatro hermanastros: Hernando, de treinta y uno, era uno de sus capitanes, Juan
de veintiuno, Gonzalo, de veinte, y su hermanastro por parte de madre,
Francisco Martin, de diecinueve años. Este grupo a su vez estaba conformado por
varios esclavos negros, notarios, un fraile dominico al menos varias moriscas
(esclavas de origen musulmán) esclavos del caribe y varios comerciantes que les
proveía productos a crédito al grupo de invasores.
1.4.
LA TRAGEDIA DE CAJAMARCA
El Inca y General Rumiñahui |
El 15 de noviembre, viernes,
Atahualpa había montado campamento con su ejército pocos kilómetros más allá de
la ciudad inca. Como todos los nobles incas llevaban cintas en el pelo y ropa
con símbolos bordados que representaban su rango y su lugar de origen, pero el
gobernante inca era el único individuo en el imperio con derecho a lucir la
corona imperial inca o mascaypacha. Cuidadosamente tejida por las mujeres que
le servían, las mamaconas, la corona inca consistía en una delicada cinta de la
que colgaba una borla hecha de “lana muy
fina de color grana, cortada muy igual, metida por unos canutos de oro muy
sutilmente hasta la mitad. Esta la una era hilada y, a partir los canutos,
destorcida, que era lo que caía en la frente… Caíale esta borla hasta encima de
las cejas, de un dedo de grosor, ocupándole toda la frente”.
Atahualpa aparentaba unos treinta
años y “era apuesto… y algo grueso. Según
la descripción, tenía un rostro grande, hermoso y feroz, con los ojos
inyectados en sangre. Hablaba con mucha gravedad, como un gran señor”. No
es de extrañar que las primeras palabras del señor inca hicieran referencia al
comportamiento de los españoles: “el
imperio inca tenía sus propias normas y leyes; y los informes recibidos
sugerían que los españoles las habían infringido”.
Así, el sábado 16 de noviembre de
1532, el emperador inca les dijo a los invasores: “No abandonare este lugar hasta que devuelvan todo lo que han robado de
mi tierra. Se perfectamente quienes son y lo que han estado haciendo”. Al
caer la oscuridad de la noche sobre la ciudad, el emperador descendiente del dios
sol, luego de la masacre cayó preso. El bastado analfabeto de la clase baja
española había logrado destronar de improviso a la flor y nata del imperio
incaico.
En aquel momento esta invasión poco tenía
que ver con la aventura, y era un asunto de gente que haría cualquier cosa para
evitar trabajar para vivir. En otras palabras, la invasión de Perú fue la
búsqueda de un retiro cómodo. En términos modernos, esta tragedia se resumía:
un grupo de terroristas extranjero había capturado a su líder y lo tenía
secuestrado. Al fin y al cabo, los extranjeros ni siquiera intentaban ocultar lo que más parecía ilusionarles. Cualquier
objeto que estuviera hecho de oro, o plata,
parecía fascinarles más que ninguna otra cosa. Para su rescate Atahualpa ofreció,
que le daría una sala de siete metros de largo por cinco de ancho llena de oro,
hasta una línea blanca a mitad de su altura, lo cual representaba unos dos
metros y medio, también dijo que llenaría esta habitación hasta esa altura con
piezas varias de oro, tinajas, cazuelas, platos y otros objetos, y que llenaría
el bohío entero dos veces con plata. El resto es historia conocida.
II.
ORGANIZACIÓN POLITICA Y RELIGIOSA
EN LA COLONIA
Con el alevoso asesinato del inca Atahualpa y sus mejores guerreros, el gran imperio del Tahuantinsuyo sucumbió con rapidez. Los invasores marcharon hacia el Cuzco, centro administrativo del imperio. Con Cuzco en sus manos, no tuvieron dificultades para controlar el imperio derrumbado, apoderarse de sus riquezas y regentar el control absoluto de su población. A pesar que los españoles enfrentaron una guerra civil entre pizarristas y almagristas por disputar el botín de guerra, como también focos de resistencia de los incas, lograron controlar a sangre y fuego. Para tal efecto, los reyes católicos de España y el papado romano, enviaron al Perú gran cantidad de soldados, administradores, autoridades, aventureros y varios grupos de catequizadores. Desde entonces el inmenso territorio tomado por los invasores, fue administrado legalmente desde España, por los reyes de Castilla y Aragón, a través del Concejo de Indias, creado exprofesamente con ese fin, pero real y directamente por gobernadores, virreyes, corregidores e intendentes, nombrados desde España. Esta tarea de organizar paso por diferentes etapas. Se usaron dos modelos diferentes: el modelo civil y el eclesiástico. Al fundar ciudades lo hicieron a nombre del rey, asignándole nombre de ciudades españolas, de santos patronos cristianos o de frases honorificas. Dentro de estas facultades estaba también el de asignar encomiendas. Pizarro, quien a nombre del rey de España adjudicó encomiendas a lo largo de los Andes a los soldados que lo acompañaron durante la invasión y a los que se distinguieron en distintos eventos políticos y militares. En 1524 se crea y entra en funciones el Concejo Real y Supremo de Indias, como la entidad encargada de la administración social, económica y jurídica de sus dominios en América.
Iglesia de Pacllón de la época colonial |
III.
LA COSMOVISION ANDINA
En el Nuevo Mundo, al principio había oscuridad y humo - según registra historiadores y antropólogos estudiosos -. “Del humo surgió el mundo en sus tres niveles: hanan pacha, kay pacha y uran pacha. En el hanan, primer nivel, moraba tayta inti, mama quilla, los koyllor, el trueno, el relámpago, el shucucuy, la tamya, la turmanya. En el kay, segundo nivel, estaban las cochas, los mayus, las jirkas, los rajus. En el tercer nivel, el uran, era el espacio del yaku hirviente, los kurus, la sachamama, los amarus, ichic ollko y los gigantes waris de piel roja y grandes colmillos. En un tiempo dado, se desato un conflicto entre hanan pacha y kay pacha, que desembocó en el primer pacha kuti, con un terremoto que partió la montaña, formando la cordillera blanca y la cordillera negra”.
Representación de la Cosmovisión Andina |
IV.
PROCESO DE EXTIRPACION DE
IDOLATRIAS DE LOS VENCIDOS
Para los invasores españoles, la evangelización era un asunto importante como llenar las arcas reales con todas las riquezas habidas y por haber. Tenían que apoderarse también de las almas de los naturales sojuzgados con picas y espadas en la mano. La tarea de la evangelización estuvo a cargo de los sacerdotes regulares (clero profesional de las órdenes religiosas) y clero secular (clero no claustral vinculado al Papado), que llegaron al Perú, bajo el patrocinio y el control del papado romano y los reyes católicos de España. Los curas doctrineros entraron a tallar desde los primeros años de la invasión en la tarea de evangelización. Las encomiendas coloniales fueron los primeros focos de la cristianización, porque los encomenderos estaban obligados a contratar un sacerdote para la conversión de los oriundos “paganos” encomendados, dentro del límite de sus encomiendas. Paralelo a esta política inicial de los colonizadores, los indígenas continuaban practicando sus ritos tradicionales, evadiendo sistemáticamente el control de los doctrineros. Cuando los esfuerzos de los evangelizadores de las encomiendas y de las doctrinas oficiales no lograron calar en la conciencia de los oriundos, comenzaron a reprimirlos de distintas formas. Los mecanismos de represión aplicada desde el comienzo de la colonización fueron los castigos, flagelaciones, los tormentos, que continuaron con la persecución de los cultos y la destrucción de los ídolos sagrados de los dominados. La persecución de los sacerdotes andinos y la destrucción de sus ídolos, borrar la cosmovisión andina, se acentuó con las ordenanzas del virrey Toledo.
Símbolo de imposición de idolatrías foráneas |
Años más tarde, en la segunda década
del siglo XVII, se institucionalizo una nueva y bien organizada política
eclesiástica de “extirpación de idolatrías”, comenzada primero con la denuncia
de Francisco de Ávila en 1609, luego por la sistematización de la persecución
de la idolatría, sustentada por la predica y escritos documentales de Pablo José
de Arriaga y otros. Esta política de erradicación de los ídolos de la religión
andina se mantuvo durante los dos tercios de ese siglo. Cristóbal de Albornoz y
Cristóbal de la Molina fueron extirpadores emblemáticos, por haber profundizado
la represión contra los aborígenes idolatras, considerada como “la hija bastarda de la inquisición”. Consistió
en la persecución represiva contra los ritos religiosos andinos y la
destrucción de la estructura sacerdotal dedicada al culto idolátrico,
denominado por los doctrineros como “dogmatizadores”,
“hechiceros”, “demonios”, “apostatas”, “brujos”, “pacto con los demonios”, así
como ejecutar la destrucción efectiva de todo tipo de ídolos sagrados andinos.
El objetivo expreso de esta campaña era erradicar las creencias idolátricas de
los indios, destruyendo sus ídolos y quemando sus malquis, con el objeto de que
los originarios sustituyan los símbolos andinos por los del cristianismo.
Cada delegación extirpadora debía
cumplir las siguientes rutinas: 1) Al llegar a los pueblos, debían publicar el
edicto, en el que se indicaba los fines de la visita y la fijación de tres días
para que los indios hagan entrega de los ídolos, indique los lugares donde se
guardan, denunciar a los dogmatizadores, así como declarar sus culpas
idolátricas. 2) Cumplido ese tiempo, debían juntar y ordenar la naturaleza y
calidad de los ídolos entregados. 3) Hacer un minucioso inventario de todos los
materiales sagrados recogidos. 4) Luego, destruir, desmenuzar y quemarlos en la
plaza pública en presencia de los aborígenes convocados. 5) La confesión de la
lista de dogmatizadores y dogmatizadoras. 6) Dictar la sentencia a cada uno de
ellos, de acuerdo a su importancia o gravedad de sus culpas. La parte más cruel
de la misión de los jueces visitadores era ejecutar las sentencias en la misma
población. 7) Todos los sentenciados de idolatrías deberían ser castigados y
vejados en la plaza pública. 8) Los castigos consistían en ser azotados,
amarrados en un poste, con los cuerpos desnudos. 9) Ser trasquilados hombres y
mujeres, dar la vuelta en la plaza montado en una llama con la mirada hacia
atrás. 10) A los idolatras varones más importantes se le sentenciaba el
destierro a Lima, por determinado número de años, para servir en los conventos
o en la cárceles, a las mujeres, a prestar servicios domésticos en casa de
“familias españolas piadosas” en Lima. 11) A los indios con menores faltas se
les condenaba a servir a los curas doctrineros de las mismas poblaciones,
asistiendo todos los días a la misa. 12) Terminada la ejecución de las
sentencias se daba lectura de una severa advertencia a todos los indios allí reunidos,
exigiéndoles que “abjuren de sus creencias, que son obras de demonios” y no
vuelvan incurrir en actos de idolatría, “so pena de ser castigado al doble de
lo que están recibiendo” y 13) La advertencia final consistía en conminarles a
que sean buenos cristianos, que no falten a las misas, a las reuniones de
catequesis y que cumplan abrazar todo sacramento del cristianismo “la única y
verdadera religión”. Eran las reglas impuestas a los pueblos vencidos por los
invasores, a sangre y fuego.
V.
MANIFESTACIONES DE LA FUSION
CULTURAL
La tragedia de la invasión y extirpación de idolatrías andinas, y la consiguiente imposición del cristianismo en el Nuevo Mundo; son representados en manifestaciones culturales en pueblos, particularmente de las zonas andinas de Ancash, Huánuco, Lima, La Libertad, Cajamarca y sus provincias de Bolognesi, Cajatambo, Recuay, Ocros y otras. El posterior sometimiento político, religioso y cultural a los pueblos vencidos, nadie podía imaginar “la extirpación de idolatrías” en su máxima expresión.
5. 1. OCCIDENTALIZANDO
COSTUMBRES
A través del Concejo de Indias o Concejo Real y Supremo de Indias, en cada pueblo fundado por los españoles, iban cambiando los nombres de hombres, mujeres y niños originarios de quechua o aimara por nombres en español, bautizando y “cristianizando” con todo el rigor que les asistía. Posteriormente, como corolario histórico, transformado en una fusión cultural, expresado en danzas, música y coreografías, muestran los pasajes y momentos del aciago momento ocurrido en Cajamarca con la captura del Inca. En algunos pueblos estas manifestaciones costumbristas, con reconocimiento del Estado peruano como “Patrimonio cultural de la nación”.
A cada pueblo fundado por los invasores,
se le asignaba el nombre de un “santo” o “santa” como patrón o patrona, y la
construcción de la iglesia correspondiente en dichos pueblos, intentando extirpar
dioses y creencias propios de los pueblos andinos, el objetivo, erradicar la
cosmovisión andina, imponiendo costumbres propios los vencedores, como la
corrida de toros, la algarabía con los caballos, competencias deportivas y los
juegos artificiales, entre otros. En la actualidad dichas manifestaciones
culturales, obedecen y cada vez más se perfecciona la idolatría a los santos y
santas impuestas, convertidas en fiestas paganas. Muestra de ello, en cada
pueblo de los Andes se construyeron recintos para las corridas de toros, monumentos
construidos con ingentes recursos, para ser usados una vez al año; aun por
encima de la necesidad de espacios propios para la práctica de otros deportes
para beneficio de la juventud y niñez.
Plaza de Acho (Chota) |
5.2. FIESTAS PATRONALES
No existe fecha exacta desde cuando se celebran en estos pueblos
la fiesta del Capitán – Inca y las Pallas, como expresión cultural.
La escenificación magistral de esta fusión cultural del
Tahuantinsuyo y la ibérica, donde se emula que el Inca Atahualpa es “capturado”
por el invasor Pizarro y sus huestes en la ciudad de Cajamarca, durante la
caída del imperio incaico. A partir de ello, como parte de la penetración
cultural impusieron en estos pueblos andinos sus credos y religiones. Luego de
un largo proceso de evangelización, asumen como sus protectores a los santos y
santas de la iglesia católica, cuyos funcionarios en señal de agradecimiento
a su vez a la madre tierra, por la abundante cosecha recabada, organizan estas
fiestas costumbristas.
Las fiestas en honor a los santos y
santas, son cada vez más suntuosas y con gastos astronómicos para su
realización de parte de los encargados de llevar a cabo dicha “fiestas patronales”,
transformadas en derroche económico en su máxima expresión y contaminación ambiental.
Donde se asignan ingentes recursos económicos y otros materiales, privando
urgentes necesidades de la sociedad: dichos gastos bordean entre quinientos mil
y un millón de soles (US $ 200 mil y US $ 350 mil), gastados en cinco a siete
días, dependiendo, sea en capital provincial, distrital o centro poblado menor.
Cada vez durante estos acontecimientos, hay bullicio en el pueblo, maestría en la ejecución de los músicos, es costumbre premiar a la agrupación musical que llega primero a la iglesia. Luego, en la puerta de la iglesia interpretan marcha procesional apropiada, la solemnidad es contagiosa, hombres y mujeres presentes se quitan los sombreros, cada quien posee un cirio o vela encendida en sus manos, así inician procesiones con feligreses cargando sobre sus hombros las efigies de santos o santas por las calles del pueblo.
5.3.
EL INCA Y LAS PALLAS
En coreografía, el Inca acompañado por las pallas y el General
Rumiñahui, al ritmo de versos que interpretan las pallas, recorren las calles.
Preferentemente estas pallas, son jóvenes solteras, escogidas por su belleza y
calidad de voz, han ensayado las canciones de su gran repertorio para todo la
fiesta y su coreografía desde el meses anteriores, en esa búsqueda de la
perfección, todos los detalles debidamente auscultadas por los expertos en cada
noche de ensayo, las “guiadoras” memorias vivientes dirigen a las pallas,
superando hasta que todas dominen las canciones en quechua, secuencias, pasos y
ritmos.
El Inca, Rumiñahui y sus pallas |
Rumiñahui, el general inca representa la única seguridad masculina, quien
conjuntamente con las pallas, dirigidas por la “guiadora”, la Ñusta es la
predilecta del Inca, todos escoltan al rey del Tahuantinsuyo durante los días
que dura la fiesta patronal. El colorido de estas fiestas costumbristas lo
engalanan el Inca y sus pallas, estas últimas adornadas con sus remangas
blancas cual nieves de los nevados del Yerupajá, recorren calles y plazas al
compás de la clásica “correndilla” compuestos por anónimos autores para este
fin e interpretado por la orquesta.
Mientras el Capitán y sus acompañantes hacen lo propio al son de marchas
interpretadas por bandas de músicos, recorriendo las calles del pueblo,
visitando autoridades, funcionarios, familiares y amigos. A su vez, con versos interpretados por las pallas en coreografía, el “Inca” recorre también
calles y plazas al compás de la orquesta compuesta por arpa, violines, clarinete,
sordina y saxos, evocando plañideramente aquellos momentos de la tragedia inca:
Levántate pues rey monarca,
De esa silla de oro fino.
Éntrate pues gran monarca
En medio de tu ñusta y pallas
General Sinchirroca, Rumiñahui
Vámonos por esta calle derecha
Y dirigirnos a Cajamarca,
Tomando registro de nuestro imperio.
La ceremonia más larga es la “vestimenta del Inca”, cada indumentaria del monarca es vestido previa canción entonada por las pallas, ruegan que se apure en salir a bailar, la “vestidora” encargada le va colocando cada pieza una por una con parsimoniosa dedicación, puede durar toda la mañana incluso; este acto se repite cada día hasta cuando termina la fiesta; ocasión cuando las pallas interpretan:
Imala churaylami churarinqui/¿que estas poniendo tanto…?
Yuragla sinayta cgurarilay/la blancura de su vestimenta ponle pronto,
Apuray quilayra Atahuahualpa/vístalo pronto a Atahualpa
Pasala goyaylami sarimansi/El tiempo apremia…, sea pronto
Imala nacaylam nacarinqui/¿porque se demoran tanto?
Cuero de finuta churarilay/vístalo con cuero fino
Apurayquilayra vestuario/apúrense vestidores…
Mishipa maquinsun say makiki/¿acaso sus manos son como del gato? Apúrense.
5.4. CAPTURA DEL INCA
Todo el mundo sabe, en adelante la suerte del Inca está
echada, apenas llega a la puerta de la iglesia, se consume la “captura
del Inca”, con derramamiento de “sangre”, mientras las pallas, vestidas de
riguroso luto, entonan canciones alusivas, pidiendo clemencia para su rey, acto
seguido, uno de los acompañantes del Capitán, se sube al estrado y procede leer
el “testamento del Inca”; donde se menciona el reparto de cada trozo físico de
su cuerpo a todas sus pallas, luego en
procesión hacen recorrer por toda la plaza el “cadáver” del monarca, acompañada
por la multitud teniendo como fondo musical los ritmos solemnes de una marcha
fúnebre que la banda de músicos interpreta. Esta parte del pasaje varía de
pueblo en pueblo. En Pacllón, la captura lo realiza después del “Tambo”, pasaje
donde las pallas, el Inca y huestes de “Pizarro” comparten viandas durante el
recorrido hacia la iglesia para la “ejecución”. Fin del Imperio del
Tahuantinsuyo
5.5.
PINKICHIDA
Al día siguiente, el día central, para resarcir las desavenencias del
día anterior, de la “captura y muerte del Inca”, se vuelven reencontrar los
funcionarios en la plaza del pueblo en son de paz, se ubican en cada esquina,
con sus agrupaciones musicales, interpretan en forma intercalada sea banda u
orquesta, o si hay dos capitanes y estandarte, todos comparten en este lugar.
La Pinkichida |
La coreografía lo inicia el Inca, a los canticos de las pallas
acompañadas por la orquesta. Entonan canciones y en secuencia van ingresando al
ruedo, los encargados de hacer la invitación, Rumiñahui a las damas
y la “Ñusta” a los caballeros, el primero en ser invitado al ruedo es
el Capitán que se coloca en el centro al lado del Inca, cada uno blandiendo su
hacha de oro o espada rítmicamente, le sigue el cadete y sus acompañantes,
luego familiares, amigos. Cuanto más grande se hace el circulo, la pinkichida
está en su máxima expresión, se mueven los pies y el cuerpo en forma
cadenciosa, la orquesta interpreta cada secuencia intercalada con canticos de
las pallas, todas las canciones son interpretadas en quechua o “runa simi” y a
capela.
Cuando va cayendo la tarde, la pinkichida está llegando a su máximo
esplendor, todos los participantes ingresan con sus botellas de trago, el
público está eufórico, la música no cesa, se turnan las bandas y orquestas,
todo el pueblo baila hasta la saciedad. Abunda los tragos, abunda la música, es
el jolgorio del pueblo, es el éxtasis popular. Muchos han venido desde muy
lejos sólo para esta ocasión; si la orquesta o banda tienen fama, cada pieza
musical ejecutada magistralmente son bailadas hasta la saciedad. Luego vendrán la “gualkuda”, el “puklaypampa”, la “entrada de los caballos de
paso”, clásicos en estas ocasiones, y la “corrida de toros”,
con la que finalizan estas costumbres pueblerinas.
6.
CONCLUSIÓN
La mayor parte de los libros
escritos por los cronistas españoles fueron tergiversados la verdadera historia
de los Andes, y esto es comprensible si se toma en cuenta estos factores:
1. La historia de nuestro pueblo estaba escrita con signos
en vez de las letras usadas por los españoles.
2.
Los
españoles habían llegado en un momento de luchas internas entre los Incas y en
esas luchas murió la capa más ilustrada de los Andinos.
3.
Los
invasores habían visto con otra visión cultural a los pueblos sometidos. Ellos
habían escrito como creyeron que ellos fuesen.
4. Había existido una orden expresa de la Iglesia Católica a
través del tribunal del Santo Oficio, de destruir toda manifestación cultural
de estos pueblos y debiera escribirse lo que el Santo Oficio quería que se
escríbase los textos antes de ser publicadas deberían pasar por la censura de
dicho organismo.
Los historiadores, antropólogos,
sociólogos, arqueólogos y otros estudiosos solo llenaron de contradicciones.
Fuentes:
·
Macquarrie, Kim. Los
últimos días de los Incas,
Robles Mendoza. Extirpación
de idolatrías en Huaylas y Cajatambo, cuatro siglos después,
·
Passuth, Laszlo. El Dios
de la lluvia llora sobre México.
·
Espinoza Soriano,
Waldemar. Los Incas, Economía sociedad y estado en la era del Tahuantinsuyo.
·
Baudin, Louis. El
Imperio socialista de los Incas.
·
Huarache Mamani, Hernan, “Pachamama te habla –Siguiendo el
camino de los Incas” de Ediciones Tiki.
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