lunes, 22 de agosto de 2022

EXPRESIONES DE LA FUSION CULTURAL DE PUEBLOS

 MANIFESTACIONES CULTURALES DE PUEBLOS ANDINOS,
LUEGO DEL SAQUEO IBÉRICO AL TAHUANTINSUYO

Simbolizando la captura del Inca Atahualpa en Cajamarca en 1532

 


Florencio Bernabé Gonzales

 

Este trabajo constituye un modesto intento, dada la gran cantidad de literatura sobre el tema y las diferentes aproximaciones interdisciplinarias, por precisar los significados de los conceptos fusión cultural, imposición cultural e interculturalidad, tan en boga hoy en día, para arribar a un uso terminológico más apropiado desde diversas perspectivas, ilustrado por una panorámica de la diversidad cultural impuesta como producto de la invasión y saqueo europea en el Nuevo Mundo.

 

I.             LA HISTORIA CONTADA POR LOS VENCEDORES

 

En 1524, Pizarro a sus cuarenta y seis años, había formado una Compañía del Levante con dos socios, Diego de Almagro y Hernando de Luque. Pizarro y Almagro, eran de Extremadura  y por ello hombres del campo. Al igual que Pizarro, Almagro era analfabeto e hijo ilegitimo. Nadie recibía retribución ni salario por su participación. Sino que lo hacían con la esperanza de compartir los beneficios adquiridos a través del pillaje, el saqueo y muerte, según lo que cada uno hubiera invertido en esa expedición.

 

1.1.      BUSCANDO EL FABULOSO IMPERIO

Mapa del Tahuantinsuyo

 

Varios años antes de esta expedición, corrían rumores por la ciudad de Panamá de la existencia de una tierra legendaria de oro en algún lugar hacia el sur. En 1522, Pascual Andagoya navegó doscientas millas siguiendo las costas de lo que acabaría conociéndose como Colombia, Andagoya buscaba un pueblo rico que creía se llamaba “Viru” o “Biru”. El nombre de este pueblo evolucionaria y acabaría refiriéndose a Perú, una tierra situada mucho más al sur, y sede del imperio más grande que el Nuevo Mundo jamás conoció.

Pizarro era ayudado por sus intérpretes, Felipillo y Martinillo, los niños indígenas a quienes había enseñado español. Cuando llego a Tumbez (hoy Tumbes) por primera vez, en 1528, el imperio inca estaba gobernado por el poderoso emperador llamado Huayna Capac, al verse enfermo por una terrible enfermedad, el moribundo emperador dijo a sus nobles que su hijo, Ninan Cuyoche, heredaría el imperio si los augurios eran propicios. De no ser así, su otro hijo, Huáscar, ascendería al trono. Siguiendo sus deseos, los nobles fueron en busca del joven heredero, pero cuando llegaron a Tumi-pampa, encontraron… que Ninan Cuyoche ya había muerto de la peste.

Al igual que las monarquías del mundo, aparentemente se pensaba, que si un aspirante al trono era suficientemente astuto, audaz y agresivo como para apropiarse del trono, era porque tenía lo necesario para gobernar el imperio con éxito. Por tanto, la dinámica de sucesión dinástica en el imperio inca permitía que el candidato más capacitado fuera quien subiera a lo más alto. No había alguna transición pacífica, ni siquiera si el mismo emperador elegía un heredero. El hecho de no dejar sucesor  o, como ocurrió con la muerte de Huayna Capac. El designar a uno de repente, solo agravaba la habitual gresca por la sucesión dinástica de los incas. Y esto fue precisamente lo que empezó a ocurrir en Perú a partir de 1527 aproximadamente.

La mayoría de las versiones afirma que poco después de la muerte de Huayna Capac, su hijo Huascar fue coronado emperador en Cuzco, situado a 1600 kilómetros al sur de su lecho de muerte. Otro de sus hijos, Atahualpa, permaneció en Quito, ciudad donde Huayna Capac  permanecía durante su campaña continuada en lo que es el Ecuador. Nacidos de distinta madre, Atahualpa y Huáscar eran hermanastros, y ambos tenían veintitantos años cuando su padre murió, pero eran radicalmente opuestos de carácter.

 

1.2.      PUGNA POR EL PODER INCA

 

Aunque Atahualpa (Atabilpa) y Huáscar tenían el mismo padre, pertenecían a grupos familiares o panacas reales completamente distintos. Atahualpa provenía de un grupo llamado Hatun ayllu a través de su madre, mientras que Huáscar descendía por la suya de un panaca conocido como Qhapaq ayllu. Los dos grupos familiares estaban enfrentados entre sí y llevaban varias generaciones envueltos en luchas por la supremacía y el poder. Ahora, dado que la sucesión real solía ser la chispa que desataba la guerra política abierta, desde el momento en que Atahualpa no se presentó al multitudinario funeral de su padre en Cuzco ni a la posterior coronación de su hermanastro, Huáscar empezó a sospechar.

Finalmente, el nuevo emperador opto por embarcarse en una campaña militar para resolver de una vez por todas, el asunto de la sucesión. Sin embargo, su decisión de entrar en guerra no estaba lo suficientemente madurada, estaba en desventaja. Dado que su padre, Huayna Capac, había llevado a cabo numerosas campañas militares en el norte, su hermano Atahualpa que le acompañaba, tenía ahora la ventaja de liderar a las tropas más avezadas y expertas en la batalla. El ejército estaba liderado por los tres generales más sobresalientes del imperio: Chalcuchima, Quisquis y Rumiñahui, y estos no tardaron en jurar lealtad a Atahualpa. Por su parte, Huáscar se vio obligado a reclutar un ejército con poca o ninguna experiencia militar. Y así, mientras Huáscar lideraba un contingente casi inexperto desde el sur, Atahualpa contaba con las diestras  fuerzas imperiales. Aun así, Huáscar decidió seguir con la ofensiva y envió un ejército hacia el norte del imperio, a las órdenes del general Atog (el zorro).

Inca Huayna Capac
Los dos ejércitos incas se encontraron en las llanuras de Mochacaxa, al sur de Quito. Allí el ejército de Atahualpa se alzó con la primera victoria en esta guerra civil, capturando a Atog. Atahualpa mando hacer una copa dorada con su cráneo, la misma en la que los españoles  verían beber cuatro años después. Así, Atahualpa y su ejército emprendieron un largo avance hacia el sur, haciendo retroceder al ejército de Huáscar hasta cerca al Cuzco, donde se liberó la batalla definitiva, en la que Huáscar fue hecho prisionero. Atahualpa y su ejército entro triunfante al Cuzco. Las secuelas de la guerra civil liberada para decidir quién heredaría el gran imperio inca, fue predecible como brutal. Los generales de Atahualpa exterminaron casi por completo a toda la línea familiar de Huáscar. Así se transformó en el señor indiscutible del imperio inca y emperador del mundo civilizado conocido. Luego iría al Cuzco para su coronación, a partir de ahí – al igual que su padre, abuelo y su bisabuelo -, Atahualpa tendría por delante décadas de gobierno ininterrumpido en las que sus acciones y pronunciamientos como rey serían considerados actos divinos.

 

1.3.      PRESENCIA DE FORASTEROS

 

Sin embargo, a Atahualpa aún le quedaba un asunto por atender antes de iniciar su marcha triunfal hacia el sur para reclamar su imperio. En los últimos meses le habían llegado informes a través de los chasquis acerca de un grupo de extraños forasteros que, al parecer, avanzaban por los Andes  en dirección hacia él, los chasquis indicaban que eran 168, 106 iban a pie, 62 a  caballo, los extranjeros se abrían paso con arrogancia y habían torturado y asesinado a varios jefes provinciales. Sin embargo, en lugar de ordenar su exterminación inmediata, Atahualpa prefirió dejar que se adentraran un poco más en su territorio.

Corría el mes de noviembre de 1532, seguía llegando noticias de la victoria final en Cuzco, Atahualpa debió sopesar esta extraña incursión por el oeste, desde las costas: ¿Quién sería esa gente? ¿Y cómo osaban meterse en un imperio cuyos ejércitos podían destrozarles con solo alzar un dedo? Al escuchar las ultimas noticias sobre lo atrevido e insensatos invasores, entremezcladas con los informes que llegaban del sur a diario, Atahualpa alzo la copa dorada hecha con el cráneo de su viejo enemigo Atog, el Zorro, bebió un trago largo del borde de oro y hueso, y volvió su atención sobre los asuntos más apremiantes que le aguardaban. Pizarro y sus cuatro hermanastros: Hernando, de treinta y uno, era uno de sus capitanes, Juan de veintiuno, Gonzalo, de veinte, y su hermanastro por parte de madre, Francisco Martin, de diecinueve años. Este grupo a su vez estaba conformado por varios esclavos negros, notarios, un fraile dominico al menos varias moriscas (esclavas de origen musulmán) esclavos del caribe y varios comerciantes que les proveía productos a crédito al grupo de invasores.

 

1.4.      LA TRAGEDIA DE CAJAMARCA

El Inca y General Rumiñahui

 

El 15 de noviembre, viernes, Atahualpa había montado campamento con su ejército pocos kilómetros más allá de la ciudad inca. Como todos los nobles incas llevaban cintas en el pelo y ropa con símbolos bordados que representaban su rango y su lugar de origen, pero el gobernante inca era el único individuo en el imperio con derecho a lucir la corona imperial inca o mascaypacha. Cuidadosamente tejida por las mujeres que le servían, las mamaconas, la corona inca consistía en una delicada cinta de la que colgaba una borla hecha de “lana muy fina de color grana, cortada muy igual, metida por unos canutos de oro muy sutilmente hasta la mitad. Esta la una era hilada y, a partir los canutos, destorcida, que era lo que caía en la frente… Caíale esta borla hasta encima de las cejas, de un dedo de grosor, ocupándole toda la frente”.

Atahualpa aparentaba unos treinta años y “era apuesto… y algo grueso. Según la descripción, tenía un rostro grande, hermoso y feroz, con los ojos inyectados en sangre. Hablaba con mucha gravedad, como un gran señor”. No es de extrañar que las primeras palabras del señor inca hicieran referencia al comportamiento de los españoles: “el imperio inca tenía sus propias normas y leyes; y los informes recibidos sugerían que los españoles las habían infringido”.

Así, el sábado 16 de noviembre de 1532, el emperador inca les dijo a los invasores: “No abandonare este lugar hasta que devuelvan todo lo que han robado de mi tierra. Se perfectamente quienes son y lo que han estado haciendo”. Al caer la oscuridad de la noche sobre la ciudad, el emperador descendiente del dios sol, luego de la masacre cayó preso. El bastado analfabeto de la clase baja española había logrado destronar de improviso a la flor y nata del imperio incaico.

En aquel momento esta invasión poco tenía que ver con la aventura, y era un asunto de gente que haría cualquier cosa para evitar trabajar para vivir. En otras palabras, la invasión de Perú fue la búsqueda de un retiro cómodo. En términos modernos, esta tragedia se resumía: un grupo de terroristas extranjero había capturado a su líder y lo tenía secuestrado. Al fin y al cabo, los extranjeros  ni siquiera intentaban ocultar  lo que más parecía ilusionarles. Cualquier objeto que estuviera hecho de oro,  o plata, parecía fascinarles más que ninguna otra cosa. Para su rescate Atahualpa ofreció, que le daría una sala de siete metros de largo por cinco de ancho llena de oro, hasta una línea blanca a mitad de su altura, lo cual representaba unos dos metros y medio, también dijo que llenaría esta habitación hasta esa altura con piezas varias de oro, tinajas, cazuelas, platos y otros objetos, y que llenaría el bohío entero dos veces con plata. El resto es historia conocida.

 

II.           ORGANIZACIÓN POLITICA Y RELIGIOSA EN LA COLONIA

Con el alevoso asesinato del inca  Atahualpa y sus mejores guerreros, el gran imperio del Tahuantinsuyo sucumbió con rapidez. Los invasores marcharon hacia el Cuzco, centro administrativo del imperio. Con Cuzco en sus manos, no tuvieron dificultades para controlar el imperio derrumbado, apoderarse de sus riquezas y regentar el control absoluto de su población. A pesar que los españoles enfrentaron una guerra civil entre pizarristas y almagristas por disputar el botín de guerra, como también focos de resistencia de los incas, lograron controlar a sangre y fuego. Para tal efecto, los reyes católicos de España y el papado romano, enviaron al Perú gran cantidad de soldados, administradores, autoridades, aventureros y varios grupos de catequizadores. Desde entonces el inmenso territorio tomado por los invasores, fue administrado legalmente desde España, por los reyes de Castilla y Aragón, a través del Concejo de Indias, creado exprofesamente con ese fin, pero real y directamente por gobernadores, virreyes, corregidores e intendentes, nombrados desde España. Esta tarea de organizar paso por diferentes etapas. Se usaron dos modelos diferentes: el modelo civil y el eclesiástico. Al fundar ciudades lo hicieron a nombre del rey, asignándole nombre de ciudades españolas, de santos patronos cristianos o de frases honorificas. Dentro de estas facultades estaba también el de asignar encomiendas. Pizarro, quien a nombre del rey de España adjudicó encomiendas a lo largo de los Andes a los soldados que lo acompañaron durante la invasión y a los que se distinguieron en distintos eventos políticos y militares. En 1524 se crea y entra en funciones el Concejo Real y Supremo de Indias, como la entidad encargada de la administración  social, económica y jurídica de sus dominios en América.

Iglesia de Pacllón de la época colonial

 

III.          LA COSMOVISION ANDINA

En el Nuevo Mundo, al principio había oscuridad y humo - según registra historiadores y antropólogos estudiosos -. “Del humo surgió el mundo en sus tres niveles: hanan pacha, kay pacha y uran pacha. En el hanan, primer nivel, moraba tayta inti, mama quilla, los koyllor, el trueno, el relámpago, el shucucuy, la tamya, la turmanya. En el kay, segundo nivel, estaban las cochas, los mayus, las jirkas, los rajus. En el tercer nivel, el uran, era el espacio del yaku hirviente, los kurus, la sachamama, los amarus, ichic ollko y los gigantes waris de piel roja y grandes colmillos. En un tiempo dado, se desato un conflicto entre hanan pacha y kay pacha, que desembocó en el primer pacha kuti, con un terremoto que partió la montaña, formando la cordillera blanca y la cordillera negra”.

Representación de la Cosmovisión Andina


La variedad de ídolos que adoraban los pueblos andinos: en muchas partes adoraban al sol, con nombre de Puncahao, que significa el día, también conocido como inti; la luna o quilla, y algunas estrellas, especialmente el Oncoy (que son las siete cabrillas); al libiac o hillapa, que es el rayo; Mamacocha, que es el mar; Mamapacha, la tierra; los puquios, que son los manantiales; ríos; a los cerros altos y los nevados, los apus; Huari, que es dios de la fuerza; Pacarina de donde ellos descienden; las Huacas que adoran como a dios, estas Huacas tienen sus particulares sacerdotes, que ofrecen los sacrificios; después los Malquis, que son los huesos, o cuerpos enteros de sus progenitores gentiles, que los hijos de las Huacas, los cuales tienen en los machayes, que son sepulturas antiguas. Tiene estos Malquis sus particulares Sacerdotes, y ministros, y les ofrecen los mismos sacrificios, y hacen la misma fiestas que a las Huacas.

 

IV.         PROCESO DE EXTIRPACION DE IDOLATRIAS DE LOS VENCIDOS

Para los invasores españoles, la evangelización era un asunto importante como llenar las arcas reales con todas las riquezas habidas y por haber. Tenían que apoderarse también de las almas de los naturales sojuzgados con picas y espadas en la mano. La tarea de la evangelización estuvo a cargo de los sacerdotes regulares (clero profesional de las órdenes religiosas) y clero secular (clero no claustral vinculado al Papado), que llegaron al Perú, bajo el patrocinio y el control del papado romano y los reyes católicos de España. Los curas doctrineros entraron a tallar desde los primeros años de la invasión en la tarea de evangelización. Las encomiendas coloniales fueron los primeros focos de la cristianización, porque los encomenderos estaban obligados a contratar un sacerdote para la conversión de los oriundos “paganos” encomendados, dentro del límite de sus encomiendas. Paralelo a esta política inicial de los colonizadores, los indígenas continuaban practicando sus ritos tradicionales, evadiendo sistemáticamente el control de los doctrineros. Cuando los esfuerzos de los evangelizadores de las encomiendas  y de las doctrinas oficiales no lograron calar en la conciencia de los oriundos, comenzaron a reprimirlos de distintas formas. Los mecanismos de represión aplicada desde el comienzo de la colonización fueron los castigos, flagelaciones, los tormentos, que continuaron con la persecución de los cultos y la destrucción de los ídolos sagrados de los dominados. La persecución de los sacerdotes andinos y la destrucción de sus ídolos, borrar la cosmovisión andina, se acentuó con las ordenanzas del virrey Toledo.

Símbolo de imposición de idolatrías foráneas

Años más tarde, en la segunda década del siglo XVII, se institucionalizo una nueva y bien organizada política eclesiástica de “extirpación de idolatrías”, comenzada primero con la denuncia de Francisco de Ávila en 1609, luego por la sistematización de la persecución de la idolatría, sustentada por la predica y escritos documentales de Pablo José de Arriaga y otros. Esta política de erradicación de los ídolos de la religión andina se mantuvo durante los dos tercios de ese siglo. Cristóbal de Albornoz y Cristóbal de la Molina fueron extirpadores emblemáticos, por haber profundizado la represión contra los aborígenes idolatras, considerada como “la hija bastarda de la inquisición”. Consistió en la persecución represiva contra los ritos religiosos andinos y la destrucción de la estructura sacerdotal dedicada al culto idolátrico, denominado por los doctrineros como “dogmatizadores”, “hechiceros”, “demonios”, “apostatas”, “brujos”, “pacto con los demonios”, así como ejecutar la destrucción efectiva de todo tipo de ídolos sagrados andinos. El objetivo expreso de esta campaña era erradicar las creencias idolátricas de los indios, destruyendo sus ídolos y quemando sus malquis, con el objeto de que los originarios sustituyan los símbolos andinos por los del cristianismo.

Cada delegación extirpadora debía cumplir las siguientes rutinas: 1) Al llegar a los pueblos, debían publicar el edicto, en el que se indicaba los fines de la visita y la fijación de tres días para que los indios hagan entrega de los ídolos, indique los lugares donde se guardan, denunciar a los dogmatizadores, así como declarar sus culpas idolátricas. 2) Cumplido ese tiempo, debían juntar y ordenar la naturaleza y calidad de los ídolos entregados. 3) Hacer un minucioso inventario de todos los materiales sagrados recogidos. 4) Luego, destruir, desmenuzar y quemarlos en la plaza pública en presencia de los aborígenes convocados. 5) La confesión de la lista de dogmatizadores y dogmatizadoras. 6) Dictar la sentencia a cada uno de ellos, de acuerdo a su importancia o gravedad de sus culpas. La parte más cruel de la misión de los jueces visitadores era ejecutar las sentencias en la misma población. 7) Todos los sentenciados de idolatrías deberían ser castigados y vejados en la plaza pública. 8) Los castigos consistían en ser azotados, amarrados en un poste, con los cuerpos desnudos. 9) Ser trasquilados hombres y mujeres, dar la vuelta en la plaza montado en una llama con la mirada hacia atrás. 10) A los idolatras varones más importantes se le sentenciaba el destierro a Lima, por determinado número de años, para servir en los conventos o en la cárceles, a las mujeres, a prestar servicios domésticos en casa de “familias españolas piadosas” en Lima. 11) A los indios con menores faltas se les condenaba a servir a los curas doctrineros de las mismas poblaciones, asistiendo todos los días a la misa. 12) Terminada la ejecución de las sentencias se daba lectura de una severa advertencia a todos los indios allí reunidos, exigiéndoles que “abjuren de sus creencias, que son obras de demonios” y no vuelvan incurrir en actos de idolatría, “so pena de ser castigado al doble de lo que están recibiendo” y 13) La advertencia final consistía en conminarles a que sean buenos cristianos, que no falten a las misas, a las reuniones de catequesis y que cumplan abrazar todo sacramento del cristianismo “la única y verdadera religión”. Eran las reglas impuestas a los pueblos vencidos por los invasores, a sangre y fuego.

 

V.          MANIFESTACIONES DE LA FUSION CULTURAL

La tragedia de la invasión y extirpación de idolatrías andinas, y la consiguiente imposición del cristianismo en el Nuevo Mundo; son representados en manifestaciones culturales en pueblos, particularmente de las zonas andinas de Ancash, Huánuco, Lima, La Libertad, Cajamarca y  sus provincias de Bolognesi, Cajatambo, Recuay, Ocros y otras. El posterior  sometimiento político, religioso y cultural a los pueblos vencidos, nadie podía imaginar “la extirpación de idolatrías” en su máxima expresión.

 

5. 1. OCCIDENTALIZANDO COSTUMBRES

A través del Concejo de Indias o Concejo Real y Supremo de Indias, en cada pueblo fundado por los españoles, iban cambiando los nombres de hombres, mujeres y niños originarios de quechua o aimara por nombres en español, bautizando y “cristianizando” con todo el rigor que les asistía. Posteriormente, como corolario histórico, transformado en una fusión cultural, expresado en danzas, música y coreografías, muestran los pasajes y momentos del aciago momento ocurrido en Cajamarca con la captura del Inca. En algunos pueblos estas manifestaciones costumbristas, con reconocimiento del Estado peruano como “Patrimonio cultural de la nación”.

A cada pueblo fundado por los invasores, se le asignaba el nombre de un “santo” o “santa” como patrón o patrona, y la construcción de la iglesia correspondiente en dichos pueblos, intentando extirpar dioses y creencias propios de los pueblos andinos, el objetivo, erradicar la cosmovisión andina, imponiendo costumbres propios los vencedores, como la corrida de toros, la algarabía con los caballos, competencias deportivas y los juegos artificiales, entre otros. En la actualidad dichas manifestaciones culturales, obedecen y cada vez más se perfecciona la idolatría a los santos y santas impuestas, convertidas en fiestas paganas. Muestra de ello, en cada pueblo de los Andes se construyeron recintos para las corridas de toros, monumentos construidos con ingentes recursos, para ser usados una vez al año; aun por encima de la necesidad de espacios propios para la práctica de otros deportes para beneficio de la juventud y niñez.

Plaza de Acho (Chota)

 

5.2.      FIESTAS PATRONALES

No existe fecha exacta desde cuando se celebran en estos pueblos  la fiesta del Capitán – Inca y  las Pallas, como expresión cultural. La escenificación magistral de esta fusión cultural del Tahuantinsuyo y la ibérica, donde se emula que el Inca Atahualpa es “capturado” por el invasor Pizarro y sus huestes en la ciudad de Cajamarca, durante la caída del imperio incaico. A partir de ello, como parte de la penetración cultural impusieron en estos pueblos andinos sus credos y religiones. Luego de un largo proceso de evangelización, asumen como sus protectores a los santos y santas de la iglesia católica, cuyos  funcionarios en señal de agradecimiento a su vez a la madre tierra, por la abundante cosecha recabada, organizan estas fiestas costumbristas.

Las fiestas en honor a los santos y santas, son cada vez más suntuosas y con gastos astronómicos para su realización de parte de los encargados de llevar a cabo dicha “fiestas patronales”, transformadas en derroche económico en su máxima expresión y contaminación ambiental. Donde se asignan ingentes recursos económicos y otros materiales, privando urgentes necesidades de la sociedad: dichos gastos bordean entre quinientos mil y un millón de soles (US $ 200 mil y US $ 350 mil), gastados en cinco a siete días, dependiendo, sea en capital provincial, distrital o centro poblado menor.

Cada vez durante estos acontecimientos, hay bullicio en el pueblo, maestría en la ejecución de los músicos,  es costumbre premiar a la agrupación musical que llega primero a la iglesia. Luego, en la puerta de la iglesia interpretan marcha procesional apropiada, la solemnidad es contagiosa,  hombres y  mujeres presentes se quitan los sombreros, cada quien posee un cirio o vela encendida en sus manos, así inician procesiones con feligreses cargando sobre sus hombros las efigies de santos o santas por las calles del pueblo.


5.3.      EL INCA Y LAS PALLAS

En coreografía, el Inca acompañado por las pallas y el General Rumiñahui, al ritmo de versos que interpretan las pallas, recorren las calles. Preferentemente estas pallas, son jóvenes solteras, escogidas por su belleza y calidad de voz, han ensayado las canciones de su gran repertorio para todo la fiesta y su coreografía desde el meses anteriores, en esa búsqueda de la perfección, todos los detalles debidamente auscultadas por los expertos en cada noche de ensayo, las “guiadoras” memorias vivientes dirigen a las pallas, superando hasta que todas dominen las canciones en quechua, secuencias, pasos y ritmos.

El Inca, Rumiñahui  y sus pallas

Rumiñahui, el general inca representa la única seguridad masculina, quien conjuntamente con las pallas, dirigidas por la “guiadora”, la Ñusta es la predilecta del Inca, todos escoltan al rey del Tahuantinsuyo durante los días que dura la fiesta patronal. El colorido de estas fiestas costumbristas lo engalanan el Inca y sus pallas, estas últimas adornadas con sus remangas blancas cual nieves de los nevados del Yerupajá, recorren calles y plazas al compás de la clásica “correndilla” compuestos por anónimos autores para este fin e interpretado por la orquesta.   

Mientras el Capitán y sus acompañantes hacen lo propio al son de marchas interpretadas por bandas de músicos, recorriendo las calles del pueblo, visitando autoridades, funcionarios, familiares y amigos. A su vez, con versos interpretados por las pallas en coreografía, el “Inca” recorre también calles y plazas al compás de la orquesta compuesta por arpa, violines, clarinete, sordina y saxos, evocando plañideramente aquellos momentos de la tragedia inca:

Levántate pues rey monarca,

De esa silla de oro fino.

Éntrate pues gran monarca

En medio de tu ñusta y pallas

 

General Sinchirroca, Rumiñahui

Vámonos por esta calle derecha

Y dirigirnos a Cajamarca,

Tomando registro de nuestro imperio.

La ceremonia más larga es la “vestimenta del Inca”, cada indumentaria del monarca es vestido previa canción entonada por las pallas, ruegan que se apure en salir a bailar, la “vestidora” encargada le va colocando cada pieza una por una con parsimoniosa dedicación, puede durar toda la mañana incluso; este acto se repite cada día hasta cuando termina la fiesta; ocasión cuando las pallas interpretan:

Imala churaylami churarinqui/¿que estas poniendo tanto…?

Yuragla sinayta cgurarilay/la blancura de su vestimenta ponle pronto,

Apuray quilayra Atahuahualpa/vístalo pronto a Atahualpa

Pasala goyaylami sarimansi/El tiempo apremia…, sea pronto

 

Imala nacaylam nacarinqui/¿porque se demoran tanto?

Cuero de finuta churarilay/vístalo con cuero fino

Apurayquilayra vestuario/apúrense vestidores…

Mishipa maquinsun say makiki/¿acaso sus manos son como del gato? Apúrense.

 

5.4.      CAPTURA DEL INCA

Todo el mundo sabe, en adelante la suerte del Inca está echada,  apenas llega a la puerta de la iglesia, se consume la “captura del Inca”, con derramamiento de “sangre”, mientras las pallas, vestidas de riguroso luto, entonan canciones alusivas, pidiendo clemencia para su rey, acto seguido, uno de los acompañantes del Capitán, se sube al estrado y procede leer el “testamento del Inca”; donde se menciona el reparto de cada trozo físico de su cuerpo a todas sus pallas,  luego en procesión hacen recorrer por toda la plaza el “cadáver” del monarca, acompañada por la multitud teniendo como fondo musical los ritmos solemnes de una marcha fúnebre que la banda de músicos interpreta. Esta parte del pasaje varía de pueblo en pueblo. En Pacllón, la captura lo realiza después del “Tambo”, pasaje donde las pallas, el Inca y huestes de “Pizarro” comparten viandas durante el recorrido hacia la iglesia para la “ejecución”. Fin del Imperio del Tahuantinsuyo

 

5.5.      PINKICHIDA

Al día siguiente, el día central, para resarcir las desavenencias del día anterior, de la “captura y muerte del Inca”, se vuelven reencontrar los funcionarios en la plaza del pueblo en son de paz, se ubican en cada esquina, con sus agrupaciones musicales, interpretan en forma intercalada sea banda u orquesta, o si hay dos capitanes y estandarte, todos comparten en este lugar.

La Pinkichida

La coreografía lo inicia el Inca, a los canticos de las pallas acompañadas por la orquesta. Entonan canciones y en secuencia van ingresando al ruedo, los encargados de hacer la invitación, Rumiñahui a las damas y  la “Ñusta” a los caballeros, el primero en ser invitado al ruedo es el Capitán que se coloca en el centro al lado del Inca, cada uno blandiendo su hacha de oro o espada rítmicamente, le sigue el cadete y sus acompañantes, luego familiares, amigos. Cuanto más grande se hace el circulo, la pinkichida está en su máxima expresión, se mueven los pies y el cuerpo en forma cadenciosa, la orquesta interpreta cada secuencia intercalada con canticos de las pallas, todas las canciones son interpretadas en quechua o “runa simi” y a capela.

Cuando va cayendo la tarde, la pinkichida está llegando a su máximo esplendor, todos los participantes ingresan con sus botellas de trago, el público está eufórico, la música no cesa, se turnan las bandas y orquestas, todo el pueblo baila hasta la saciedad. Abunda los tragos, abunda la música, es el jolgorio del pueblo, es el éxtasis popular. Muchos han venido desde muy lejos sólo para esta ocasión; si la orquesta o banda tienen fama, cada pieza musical ejecutada magistralmente son bailadas hasta la saciedad. Luego vendrán la “gualkuda”, el “puklaypampa”, la “entrada de los caballos de paso”, clásicos en estas ocasiones, y la “corrida de toros”, con la que finalizan estas costumbres pueblerinas.

 

6.    CONCLUSIÓN

 

La mayor parte de los libros escritos por los cronistas españoles fueron tergiversados la verdadera historia de los Andes, y esto es comprensible si se toma en cuenta estos factores:

   1.   La historia de nuestro pueblo estaba escrita con signos en vez de las letras usadas por los españoles.

   2.   Los españoles habían llegado en un momento de luchas internas entre los Incas y en esas luchas murió la capa más ilustrada de los Andinos.

   3.   Los invasores habían visto con otra visión cultural a los pueblos sometidos. Ellos habían escrito como creyeron que ellos fuesen.

   4.   Había existido una orden expresa de la Iglesia Católica a través del tribunal del Santo Oficio, de destruir toda manifestación cultural de estos pueblos y debiera escribirse lo que el Santo Oficio quería que se escríbase los textos antes de ser publicadas deberían pasar por la censura de dicho organismo.

Los historiadores, antropólogos, sociólogos, arqueólogos y otros estudiosos solo llenaron de contradicciones.

Fuentes:

·        Macquarrie, Kim. Los últimos días de los Incas,

   Robles Mendoza. Extirpación de idolatrías en Huaylas y Cajatambo, cuatro siglos después,

·        Passuth, Laszlo. El Dios de la lluvia llora sobre México.

·        Espinoza Soriano, Waldemar. Los Incas, Economía sociedad y estado en la era del Tahuantinsuyo.

·        Baudin, Louis. El Imperio socialista de los Incas.

·        Huarache Mamani,  Hernan, “Pachamama te habla –Siguiendo el camino de los Incas” de Ediciones Tiki.

 

 

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