Amable lector, a partir de la fecha entregaremos periódicamente algunos relatos vividos en la Cordillera Huayhuash, para cuyo efecto hemos aperturado la sección "Relatos Andinos", a la que Ud. está invitado muy cordialmente. En esta ocasión, entregamos en las plumas de Eliffio Bernabé Gonzales, "Cuca Doctor", experiencia compartida cuando era adolescente conjuntamente con mi hermano mayor Javier Virino que en paz descansa. Eliffio se suma a esa lista de invitados creadores en esta web, como muchos.
CUCA DOCTOR
RECORDANDO AL HERMANO MAYOR
Por: Eliffio Bernabé Gonzales
Pacllón, Junio
2013
Estos días, debido a
mis frecuentes visitas al dentista he recordado con añoranza y gratitud mi adolescencia, el hecho ocurrido en marzo
de 1958, cuando aspiraba a seguir estudiando la secundaria.
Mi hermano Javier Virino, frecuentemente se quejaba de intenso dolor de
muela.
Una mañana lluviosa en Pacllón, muy temprano, enrumbamos con destino a Chiquian montados en nuestras acémilas. Mis padres
preocupados por la salud de mi hermano, nos despidieron en el patio del hogar
familiar, y salieron hasta la salida del pueblo para vernos partir hacia
nuestro destino, expresamos el adiós con nuestras manos en alto al voltear la baja de Cuntun.
Iniciamos el viaje raudamente por el camino de herradura,
bordeando las cementeras de trigales y maizales de
Patiac y Auzana, sendero sinuoso y accidentado en algunos tramos, atravesando
pendientes, abras y puentes por
el camino real construido apropiadamente que une uno de los distrititos más
emblemáticos como Pacllón con la capital de la provincia. Al cruzar el río Takrarakra (Tagraragra) “río hablador”
proveniente de la laguna Caracocha, hay
que tener mucho cuidado por esta época del año, cada vez se lleva el puente
construido por los campesinos, único pase a la otra banda del pueblo; atravesamos
por un lugar apropiado para cruzar el río. Luego de ello, el camino sigue paralelo al cauce del rio Achin, de sur a norte hasta el
puente de Colpa, donde se une los ríos
Achin y Llamac para denominarse a partir de allí Río Pacllón, y en el
lugar denominado Mashcash darse encuentro con los ríos Aynin y Pomapata y
formar el caudaloso Río Pativilca, que
recorre cual serpiente plateada todo el Cañón de Cora, hasta Llaclla. Época en
que todos los ríos de la zona manifiestan su bravura y turbulencia.
Era evidente la salud de mi hermano requería
de una atención inmediata, debido a la infección de una dentadura molar
que le aquejaba desde hace varios días; se notaba marcadamente la cara hinchada, para paliar la hinchazón y el dolor se
aplicaba paños húmedos cada cierto tiempo durante la travesía, así mitigar el intenso dolor y el malestar que podría
complicarse por el movimiento y trotar
del caballo.
Felizmente aquel día estuvo nublado, no hubo el calor solar
como en otras épocas de la estación. Frecuentemente
le iba preguntándo durante el viaje “¿cómo te
sientes?”, “¿te duele mucho?”, él solo atinaba responder moviendo la cabeza sea
afirmativa o negativamente, observaba que soportaba un intenso dolor, su
bravura era característico en él, solía enorgullecerse mis padres de su
fortaleza de hermano mayor, su particular destreza y afición con los caballos y
su marcada inclinación musical, dotes propios de hombres de esos tiempos.
Durante el recorrido a orillas del río Aynin desde Cora
hasta la Timpoc, el camino es llano, en épocas calurosas las brisas del río y
las sombras de los molles y alisos menguan el calor sofocante de esta zona
cálida, la fragancia de la vegetación existente en el trayecto invita olvidar
momentáneamente cualquier preocupación.
Ya en la subida de Shiwish, famosa cuesta desde Timpoc,
donde hasta los mejores y forzudos caballos, mulos y asnos se quebrantan
llevando consigo sus cargas de ocasión, la pendiente y extensión de este trayecto empinado, doblegan
nuestra acelerada travesía, menguando la
velocidad del viaje, hasta convertirla en lenta y pesada, cual procesión de la fiesta patronal
del mes de agosto en Pacllón.
Apenas llegamos a nuestro destino en horas de la tarde, previa averiguación ubicamos a nuestro
personaje, la información obtenida es
que se trataba de un sujeto con “amplio conocimiento” de las bondades de la hoja de la coca con
fines medicinales, al parecer nadie conocía su verdadera identidad, los
pobladores lo conocían como “cuca doctor”.
En efecto se trataba de un caballero oriundo de Huánuco, de unos 60 años aproximadamente, llevaba
puesto saco y corbata disonantes de la
formalidad para vestirse, como es
costumbre con estos atuendos, usaba lentes
de severa medida conocido como “poto
de botella”. Fuimos recibidos con relativa amabilidad y desconfianza porque éramos
desconocidos para él, igual que para
nosotros, su rostro adusto con el ceño fruncido, peinado a la gomina, con
notorias arrugas en su frente confirmaban su sospechada edad – notamos que nos
miraba por encima de sus desproporcionados anteojos.
El ambiente donde fuimos atendidos era relativamente reducido,
se apreciaba muebles y equipos no apropiados para un consultorio dental, apenas
una mesa de madera descolorida, sobre
ella diversos frascos de vidrio con tapa
de jebe y conteniendo algún brebaje, de forma y tamaños diversos, un estuche metálico
de jeringa antigua y otros efectos
personales. La iluminación del ambiente tenue, del techo colgaba un foco encendido que escasamente permitía
distinguir las cosas de los rincones de la habitación.
En todo momento
estuve pendiente de sus movimientos,
porque era la primera vez que tenía al
frente a un “especialista sacamuelas” para atender la dolencia de mi hermano, como
tampoco nunca habíamos acudido a consultorio alguno para el tratamiento dental.
Previa evaluación de mi hermano como su paciente, determino
la extracción de la pieza dental
afectada, no tuvo en cuenta su
evidente estado de infección ni tampoco la hinchazón.
Utilizando una jeringa metálica procedió a mezclar sustancias en pequeñas
dosis entre diferentes frasquitos para
luego aplicar directamente a la muela
infectada de Javier Virino, tanto el paciente como yo creíamos que se trataba
la anestesia o algo parecido, más adelante con una burda tenaza después de varios intentos extrajo una gigantesca
muela de tres raíces, a pesar de que mi
hermano se retorcía de intenso dolor, mucho más
fuerte que el dolor inicial - la supuesta anestesia no había surtido
efecto. Mientras en el exterior caía una intensa lluvia invernal, anegando las estrechas calles del pueblo, el aludido
“cuca doctor” no obstante de desempeñarse empíricamente se había ganado
el prestigio en la población de la región, convirtiendo su consultorio de
frecuentes atenciones a los ocasionales pacientes.
Mi hermano, que hace
tres años partió de este mundo ojala se haya encontrado con su dentista para
reclamarle por el dolor sufrido y hayan acordado tener una paz eterna para el
beneplácito de nosotros sus deudos.
Publicado en http://quishtulandia.blogspot.com
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