domingo, 27 de junio de 2010

DOÑA NIKRA DESCANSA EN PAZ

Pacllón querido (foto cortesía de E.Valdez) 1985
Doña Nikra
La familia Caque Flores
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DOÑA NIKRA DESCANSA EN PAZ


“Todos para uno y uno para todos”


Estas breves líneas les alcanzamos en memoria de la que en vida fue Leonarda Flores Rivas, cariñosamente conocida Doña Nikra, por haber significado un personaje muy especial para el autor y representó el amor de sus hijos, la misma que debe ser recordada por sus buenas acciones como la narrada líneas abajo, especialmente la preocupación de su hijo Héctor Caque Flores: “Es un pedido especial de sus hijos y familiares que la hacemos nuestra. Te pido por favor coloques estas pequeñas palabras que a continuación escribo con una foto para que sea recordada por todas las personas que en vida conocieron a mi madre”. Doña Leonarda Flores Rivas, sus padres fueron: Hermelinda Rivas y Francisco Flores.


“Doña Leonarda Flores Rivas, nació un 26 de noviembre de 1936 y dejo de acompañarnos el 13 de Junio del 2010 a los 73 años, natural del pueblo de Pacllón fue siempre una mujer desprendida de lo poco que tenía para compartirlo con el prójimo, de carácter fuerte sin dejar de ser alegre y juguetona, nos deja sus enseñanzas y su hermosa ternura, quienes la conocieron podrán recordarla con cariño”.


Madre querida, descansa en paz.


Sus hijos


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Antaño en Pacllón acostumbraban ingresar en forma ordenada para sembrar, como también a la cosecha simultáneamente todos los propietarios de Huanca, Sicla, Tacra, Majakpatay, Puya, etc., de tal manera las murallas de estos lugares eran hechas por todos los interesados en forma ordenada y en faenas comunales, nadie tenia una muralla completa y privada en sus chacras, así minimizaban, costos y esfuerzos en el cuidado de los sombríos, “todos a una y una para todos” era la practica del pueblo; ya cuando terminaban las cosechas, los rastrojos eran el botín de los ovinos, vacunos, caballares y cuanto animal poseían los propietarios de las chacras, era una festín desordenada para los animales, al mismo tiempo se veía disfrutar de estos rastrojos a vacas, toros, caballos, asnos, ovejas y cerdos, grandes o pequeños; al unísono los comuneros aprovechaban con sus respectivos animales.


Era natural en Pacllón también, que cada comunero poseía chacras en todas las estancias indicadas, común denominador de los pacllinos, aunque en pequeñas dimensiones, por lo que cada uno tenia almacenado en sus casas: maíz, cebada, trigo, habas, papa, oca, olluco, y todo lo que producía estas fértiles tierras; pero mi padre siempre reservaba los rastrojos de “Huanca”, “Wuaychiquin” o “Puya”, especialmente el último por estar a un paso y debajo del pueblo, para sus caballos de paso que bailaban en la Fiesta Patronal de cada 24 de Agosto en honor a San Bartolomé de Pacllón.


Como yo era el mas “chiuchi” de la familia, naturalmente me entregaba bajo mi responsabilidad cuidar el rastrojo de la chacra de “Puya”, amurallado con “pircas” buena parte y con espinas y “cunchas de aliso o yerbasanta” los faltantes; mi madre me dio instrucciones precisas y bajo amenaza de no gozar la fiesta, si es que algún animal particular ingresara a la chacra protegida; obediente a esas sentencias no me quedaba ser el más estricto posible, por lo que desde el amanecer hasta el anochecer cumplía mi papel de “guachimán de la chacra”; con mi “ondilla” en la mano, de paso ensayando puntería en las palomas, chivillos, zorzales y “picuruys” que abundan en esta época de cosechas.


Un buen día mientras me distraje, una manada de cerdos: la madre y sus crios, lograron ingresar a la “zona protegida de Puya” por una acequia sin amurallar, naturalmente yo a su vez era súper vigilado permanentemente por miradas de mis supervisores mayores, que a cada rato asomaban sus cabezas desde el antiguo “coso” mirador panorámico hacia el oriente del pueblo; en esas circunstancias, escucho la voz de mi madre decir a voz en cuello “choloooo,….cuchitagarguyy…, dañukun, guayiman apamuy…”, efectivamente había invadido la “zona protegida” unos cerdos , de inmediato, obediente a la intromisión de la madre y los marranitos, mi siguiente acción consistía en conducirlos a pedrada limpia hasta mi casa, ocasión que es observada a su vez por otras personas, posiblemente reconocen a los animalitos, e inmediatamente comunican a sus dueños, mientras los arreaba rumbo a mi casa; ya en el camino me alcanza una señora y se me enfrenta amenazadoramente.- “ahh sallagua, gamtaga saypachi ayurga, saypachi Mala tapish chuchusirga, mamaykita cargha lululacaptiki, nogata taparargha lululakaptiki…, caynoku cutisimayki, amasaynosokalay cuchekunaguan….”, cada palabra que pronunciaba la señora, me iba clavando como si fuera un puñal en mi tierno corazón,- sólo atino a responderle,- “que obedezco ordenes de mi madre”-, naturalmente llegue a la casa sin los animales “dañinos”, inmediatamente le pedí explicaciones a mi madre, y le repetí cada palabra pronunciada por Doña “Nikra”. A lo que ella respondió con una mirada tierna y me pidió que me sentara frente a ella en la cocina, mientras desayunaba con su narración me develó el origen de las palabras pronunciadas;- “hijo, es verdad que ella te crío y posiblemente también lactaste a doña Mala”.-,¿Por qué y cuando?, le replique.- Mi madre prosiguió,- “Como tu naciste en mayo, ese año en agosto fue Capitán de la fiesta tu padre, y a ella le suplique tu cuidado, es decir la señorita “Nikra” se encargó atenderte como bebito de tres meses, no tuvo reparos en cumplir cabalmente durante una semana, mientras yo tenía que asumir el compromiso para el éxito de la fiesta a la que tu padre estaba comprometido. Atendiendo a los invitados, preparando los potajes con las cocineras, en el gualgacuy, etc, ….”, fue la explicación.


Naturalmente, mi espíritu de niño estaba avergonzado por haber castigado a los puerquitos de mi “segunda madre”, pero recapacitaba que no sabía esa parte de mi historia. Me sentía culpable y con remordimientos. A partir de esa fecha, me mostraba más respetuoso y más educado con doña Nikra cada vez que me encontraba en la calle o camino. A su vez ubiqué quien fue doña “Mala” la señora que me amamanto durante la fiesta, siempre lo veía, camino a Wuaychiquin, dirigiéndose a su estancia de “Ogshapata”, cada vez que me cruzaba con ella, también me mostraba más respetuoso, tenía una hija llamada Juana, haciendo cuentas era de mi edad, también vivían en el barrio de “Algupampa” mi barrio de infancia, siempre escuchaba las burlas de mis hermanos para tomarme el pelo cada vez, diciéndome: “mamay Chalu, ramertuykiguan puclacusha…”, expresión que me molestaba por recordarme burlonamente esa parte de mi infancia, la niña Juana, solía pedir permiso a mi madre para acompañarlo en los juegos infantiles. Si no hubiera ocurrido aquel incidente con esos puerquitos, nunca me habría enterado quien fue la persona que me cuido durante la fiesta de mi padre como fue Doña Nikra y quien la que me brindo su leche materna por ese lapso de la fiesta costumbrista; luego me enteré que mi madre Salumina Gonzales por beber licores en la fiesta, posiblemente trasladaba dosis del alcohol en su leche, la que a su vez yo consumía al lactarlo, motivo por la que siempre me enfermaba del estomago, “isgacha guambra”. Enterado el incidente, mi padre me amplio con lujo de detalles sobre el desarrollo de la Fiesta Patronal de ese año, que contaremos gustosamente en otra ocasión.

En el barrio de “Algupampa”, perteneciente al barrio grande de Llamacancha de Pacllón, éramos vecinos por aquel entonces con la familia de Francisco Flores, Donato Carrera, Artemio Laurente, Saturnino Ibarra, Walter Sánchez, Pedro Mendoza, don “Ikchu Mendoza” y muchos mas, recibíamos agua de los manantiales de “Urapakcha”; en este barrio desde que he tenido uso de razón, cada año, la Fiesta Costumbrista del Inka lo bailaban la Familia Flores Rivas, desde el papá hasta todos los hijos de la familia, por eso era natural por sus calles recorrer en “correndilla” a las Pallas detrás del Inka y su Rumiñahui, rítmicamente al compás de la orquesta.


Posteriormente Doña Nikra, heredó de su madre doña Hermelinda la iniciativa de guardar todas las vestimentas del Inka hasta para las Pallas, la única “vistente” en el pueblo por aquel entonces, era la que contaba con todos los atuendos que esta representación requiere, posteriormente otras familias intentan heredar estas costumbres, pero nuestro reconocimiento a la Familia Flores Rivas por haber dado esa iniciativa único en Pacllón, gracias a ellos se continua con esa costumbre. Esa práctica anual del baile de las Pallas, los versos cantados, las coreografías, la solemnidad de adoración al Inka, calaron hondamente en la conciencia de muchos niños como la del autor, herencia que se repite como parte de nuestra identidad nacional que la tenemos que cuidar y difundir en el tiempo, gracias a los aportes y esfuerzos como la Familia Flores Rivas y otros, herencia transmitida sabiamente por Doña Nikra a las nuevas generaciones.


Algupampa, junio 2010




ALBUM FOTOGRAFICO


Estudiantes del CNM "Tupac Amaru" - Pacllón (cortesia E. Valdez) 1985



































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