jueves, 24 de junio de 2010

LOS OBJETIVOS DEBEN CUMPLIRSE

Los objetivos deben cumplirse



“Gratas vivencias en el Cañón de Kora”


Por: Florencio Bernabé Gonzales


Estimados Familiares, Amigos y Paisanos:


Mi agradecimiento por sus saludos por el Día del Padre, junto con mi deseo de que hayan pasado un FELIZ DIA el domingo pasado; en esta ocasión quiero compartir con ustedes esta pequeña nota vivida personalmente durante mi infancia, cuando tenía 9 años, al lado de mi señor padre Virginio Bernabé Gamarra (QPDQDG), producto de cuyas enseñanzas soy ahora, el mismo que quiero trasladar a mis queridos hijos y las generaciones venideras.


Corrían los meses de febrero, crudo invierno aquel año, mi padre decidió trasladar su ganado vacuno desde Jahuacocha, su querencia natural, donde por la intensa y permanente lluvia, los corrales hechos para encerrar los becerros ya no contaban con algún lugar seco, consecuencia de ello en las pequeñas pesuñas de estos animales se formaban llagas lacerantes, “izca” decían, por la humedad y el frió, sufrían estos animalitos; frente a ello la alternativa de mi padre como de costumbre, cada año por esta época era bajarlos hacia Wipagh, lugar calido, de abundante pasto, dicho sea de paso también era la segunda querencia de su ganado vacuno.


En Wipagh, zona quichua, de clima cálida por excelencia, apropiada para ganado vacuno, por la extensión y abundancia de sus pastos, lugar de guaromos, kerkarillos, muchkis, lloques, pitajayas, vizcaínas “gualanka”, shuplack, una variedad de plantas que crecían y desaparecían en verano, en la época de invierno la neblina cubría permanentemente esas zonas; ni que decir, abundaban pumas, zorros, vizcachas, perdices, cóndores, diversos especies de aves, reptiles, lagartijas, arácnidos, zancudos, etc., es decir una biodiversidad propia de estos climas. ¡Wipagh de gratos recuerdos de mi infancia!


En estas tierras he visto cosechar a mis padres papas abundantes y multicolores, los famosos “quitipshus”, de corazón morado y rosado, las jalgahuarmis, y de color amarilla arenosas, dulces ocas y lustrosos y gigantes ollucos. Para irrigar, los comuneros construyeron un estanque en la parte alta, que captaba sus aguas desde las alturas de Shupla y Matibamba; por una acequia construida desde tiempos inmemoriales, recorriendo de sur a norte, cruzando el camino grande, distribuido apropiadamente para que tomen agua tanto la gente como los animales de Jana y Ura Wipagh. Estas aguas en invierno abundan y en verano escasea, hasta desaparecer.


Se extiende los pastos hasta los límites del caserío de Tauripon (Distrito de la Primavera), los lugares denominados Partegh, Cachipata encima de Rara y Chinchupata, como también hasta encima del río Pativilca, así mismo todo Ragahj (zona arqueológica) y Agsahuarko, lugar predilecto de don “Anuncion Carrera”, el hombre más alto del pueblo, por las alturas limita con Shupla, origen del riachuelo Aguashragra, y por la parte baja Rucuspata, Asiaghpuquio y Calta (frente a Pico).


Los corrales de los vaqueros estaban diseminados en las faldas de Rarapunta, con una marcada distribución, los de UraWipagh, debajo del camino grande que se dirige a Rara (emporio maizal de Pacllón), Tauripon, Llaclla y los demás pueblos de la zona sur de la provincia de Bolognesi, allí estaban de vaqueros las familias de Enrique Gamboa, Faustino Rosario, Alejandro Ibarra, la familia Andrade y otros, siempre numerosos; los de JanaWipagh, encima del mencionado camino cercano a las ruinas pre-incas de Rarapunta, sólo el corral de mi padre Virginio Bernabé.


Las ruinas de Rarapunta, se extiende en una pequeña cumbre recorrida de sur a norte, una especie de esquina o quiebre del cerro, un lugar estratégico, desde aquí se domina tanto hacia el norte como al sur casi 360 grados, transformándose en mirador obligado para los viajeros, los restos arqueológicos están diseminados por toda la cumbre del cerro, viniendo desde Cutashpunta, pasando por Ragahj, siguiendo todo la cumbre hasta llegar a Chinchupata. Desde aquí se puede divisar hacia el sur – oeste, los diferentes pueblos como Ticllos, Corpanqui, Carhuajara, Cajamarquilla, Canis, Huanri y otros, y por el norte, es decir al frente los linderos de Chiquian, con Papun y Pancal; por debajo, aproximadamente a 2 Km., de estas ruinas pre-incas, se ve extenderse sigsayantes cual serpiente plateada al Río Pativilca, recorrer todo el Cañón “Cora”, y mirando hacia el sur, continua ese recorrido por esas quebradas profundas, pasando por Llaclla hasta perderse en el horizonte que se dirige a la costa; es inaccesible llegar al río, de niño escuchaba que sólo por el lugar denominado Pumasaltanan era posible. Es una vista impresionante recorrer el camino Inka que se dirige de Pacllón a Wipagh, en la ruta a Llaclla, Gorgorillo, Tauripon y Rara, que recorre paralelo al río Pativilca, es común el vuelo de cóndores. Por estos lugares, a su vez cada tramo de este camino tiene nombres pintorescos como “Algoarkanan”, “Almatupuknan”, donde existen ventanas pegadas en el cerro, a la que el pasajero avienta piedras, si encaja, se quedará “soltero(a)”, “Viudo(a)”, “casado(a)”, según su destino; “Shulumachay”, al pasar se escucha el eco del río con un sonido particular.


Toma el nombre de Río Pativilca justamente en la zona de Mashcash, donde el río Ainin que al recorrer aguas abajo el valle del mismo nombre, desde las alturas de Aquí y Pachapaqui, se juntan con el río Pomapata en este lugar, lo mismo, el río Pacllón, aguas arriba se juntan con los ríos Llamac y Achin que recorre todo el territorio de Pacllón desde sus nacientes de Jahuacocha. Es decir en Mashcash se juntan tres ríos para denominarse Río Pativilca: Pcllón, Aynin y Pomapata.


Aquella mañana, muy temprano, al rayar la aurora, me levanta mi padre para acompañarlo; somnoliento y a regañadientes obedezco, como cualquier hijo obediente, común denominador de aquellos tiempos de crianza de los padres; sonámbulo, le sigo los pasos; pero, antes de ello mi madre le recuerda a mi padre que.- “…guambranse lichilanpish upyarkusun, ghanarkamsha, malagnanmi….”.- mi padre, muy puntual - “mejor prepara el desayuno para cuando regresemos, regresaremos rápido, se nos hace tarde, mejor vamos temprano…”..- le contesta.


Así emprendimos la caminata por el camino grande de Wipagh, como quien regresa a Pacllón, un camino llano, llegamos al riachuelo de Aguashraghra, el eco de sus aguas de este riachuelo bullicioso, en época de invierno hace retumbar los cerros, en esas quebradas profundas y empinadas; desde aquí, descendimos por una especie de camino, pero más pareciera que fueron hechas por las vacas. Descendemos rápidamente, especialmente para mi ágil cuerpo de niño, saltando y cortando tramos, en ocasiones le ganaba a mi padre que bajaba muy lentamente a un solo paso, pero seguro; transcurridos media hora llegamos a Mollepata, pequeña plataforma, una especie de anden, donde posteriormente mi padre haría otro corral, cercano a la zona de Asiagpuquio, a partir de este punto, el camino se borra completamente, tenemos que seguir por los senderos hechos por las vacas, continuamos descendiendo; pero yo, exactamente no sabia los propósitos de mi padre, no podía leer su pensamiento, si era sólo ver a las vacas, preferentemente las preñadas, u otros objetivos relacionadas con la crianza de estos animales.


Después de haber descendido más de una hora, cuando los rayos del sol iluminaban los cerros tibiamente, arribamos al lugar denominado “Calta”, de aquí a unos 300 metros ya estamos en el río Pativilca, punto desde donde regreso mi mirada para comprobar el camino recorrido, ¡oh!, que distancia habíamos descendido, más de mil metros hacia abajo, ¡que miedo para mi!, la pendiente promedio de este suelo es aproximadamente de 60 grados, muy empinada, pero abundante de pastos para las vacas, lugar preferido para cría de los denominados “vacíos” (terneras, toretes y vacas preñadas).


Luego de la búsqueda por los bosques de alisos, recovecos, hoyadas, logramos ubicar a las vacas preñadas, un total de diez vacas, mi padre da una mirada exhaustiva a cada una de ellas y lo va separando, y decide que cinco de esas vacas debemos llevar al corral, para mi desde el primer momento de esa decisión, me causa asombro y me parece irrealizable, por la distancia que tenia que recorrerse de regreso, el hambre que sentía a esa hora de la mañana, siquiera no tenia un grano de cancha en mi bolsillo, rebuscaba por los arbustos algún fruto comestible, pero, por el trajín del viaje no me era posible llevar algún bocado.


Nuestro retorno desde esas profundidades, se hace lenta y difícil arreando las cinco vacas, estas a su vez no quieren salir de su querencia, constantemente regresan, cada vez se hace difícil apartarla de sus castas, me tengo que multiplicar, saltando los arbustos de rato en rato, los “tientos” de mis “llanques”, cintas de jebe, cortados y colocados magistralmente a la medida de mis pies sobre la llanta reciclado de algún automóvil con cocadas desgastadas, constantemente se rompen, tengo que improvisarlo a cada rotura, de lo contrario las espinas de las gualankas se me incrustan, el dolor es pasajero, pero corro para allá, corro para acá y corro para abajo, mis fuerzas cada vez desfallecen, pero no demuestro ningún signo de debilidad delante de mi padre, él hace lo propio, pero su fortaleza me quintuplica, también veo que corre y baja constantemente arreando a las vacas, por el lado que le corresponde; cuando el sol llegaba al medio día, abandonamos la zona de Calta, para dirigirnos por Asiaghpuquio en nuestra ruta de regreso, mis pequeñas fuerzas cada vez me abandonan, mis tientos están recontra cortos, me ajustan los pies, se parecen hinchados, mi pantalón y mi chaqueta deshilachados en distintas partes producto de los roces con arbustos y espinas al pasar abruptamente por perseguir a las vacas, mi pequeño poncho llevaba amarrado a mi cintura.


En la zona de Asiaghpuquio, que hace honor a su nombre, el olor es pestilente, por las emanaciones de sulfuros que en ella existe, bosque tupido de arbustos y espinas. Nuevamente, nuestra pesadilla se repite, arrear a las vacas se hace difícil por esta maraña de arborización, también las vacas estaban cansadas por el trajín recorrido, sus panzotas notorias al salir de Calta, ya no eran lo mismo, sólo se les notaba la preñez y con hambre; cuando ya los pajaritos cantaban en coro para dormir, a los bordes del camino escuchaba el clásico e inconfundible canto de los perdices al amanecer y al atardecer, llegamos al camino grande, totalmente desfallecientes, yo agarrado de la cola de una de las vacas, me arrastraba por inercia, mi padre detrás mío, también con el semblante cansado y agotado.


Llegamos a la cabaña de Wipagh, cuando la sombra de la noche se asomaba temerariamente, grande fue la sorpresa de mi madre que corrió al vernos, me abrazo tiernamente, al mismo tiempo le dio una mirada de alegría a mi padre, a la par que le manifestó que nuestra ausencia todo el día le preocupo, suponiendo que algo grave nos había ocurrido, Calta es la querencia de los pumas, y serpientes, le increpo por la osadía de haberme tenido de hambre en toda la jornada, a lo que mi padre no contesto ninguna palabra; llegamos al corral con las vacas, inmediatamente mi madre sirvió la cena, me faltaba manos para devorar todo lo servido, desayuno, almuerzo y merienda al mismo tiempo, apenas termine el plato, me quede dormido en el regazo de mi madre, entre sueños escuchaba lo que narraba mi padre nuestras peripecias.


A la mañana siguiente, apenas me desperté corrí ver las vacas que trajimos, naturalmente mi padre completo su jornada esa noche encerrándolas en un corral, un hermoso espectáculo para mis ojos, habían nacido cinco fornidos becerros que intentaban pararse por sus propios medios, a algunas sus madres le limpiaban la placenta lamiéndolas, mi padre ya había madrugado hacia otro punto, pero esta vez solo, contemplamos ese bello escenario donde esos cuadrúpedos intentando sostenerse para buscar la ubre de sus madres; en esos instante vi que llegaba mi padre con un tronco sobre el hombre, corrí a darle la grata noticia, también él acelero sus pasos, así contemplamos y celebramos juntos el resultado del sacrificio del día anterior, se había cumplido su objetivo, salvar de las garras de los cóndores y de los pumas; como es costumbre estos carnívoros en esta zona acostumbran cuidar a las vacas preñadas para devor a sus crios apenas nacen, cual bocadillos deliciosos, eso evito mi padre con esa dura jornada a la que le acompañe.


Si se hubiera dejado influenciar por mi situación, superponiendo a los sagrados intereses de la familia, no hubiera logrado su objetivo. Mi padre, evaluó mi fortaleza y tomó esa decisión, por que era capaz para asumir ese reto desde niño. Siempre en mi familia, me parece era el común denominador en el pueblo, lo principal era la alimentación; Pacllón se caracterizaba por contar mucha riqueza y en abundancia de legumbres, tubérculos, granos, maíz, oca, quinua, etc., era natural que en cada casa toda la sala estaba adornada por las “huayuncas” multicolores mazorcas de maíz colgando, y alrededor costales de trigales y cebadas, habas, fréjoles, arbejas, etc., y en los altillos, papas, ocas, ollucos, en la “guayrankas”, quesos, añejos y sabrosos, charkis en los terrados, cada familia contaba con un huerto, donde sembraban hortalizas, cebollas chinas y yerbas aromáticas, al igual que rocotos de varios colores, la gente cosechaba maíz de las chacras de los alrededores del pueblo, de Rucmis y de Rara, a nadie le faltaba esos productos; las papas, ocas y ollucos cada comunero cosechaba por docenas de sacos de Liriopampa, Huauyan, Mata, etc., los trigales, cebadas y habas de Huanka, Sikla, Tacra, Majakpatay y otros lugares de producción, es decir la alimentación estaba asegurada y con creces, épocas de abundancia y añoranza.


Por encima de cualquier contemplación, sin escatimar esfuerzos había que proteger el bienestar de la familia, protegiendo su ganado vacuno único sustento de su familia, para lo cual si valió la pena todo sacrificio; enseñanza que con el correr del tiempo fui analizando, “los objetivos deben cumplirse” , esta lección aprendida desde mi tierna edad, he intentado practicar y al mismo tiempo transmitir a los míos, sabia enseñanza que comparto con ustedes amable lector, quizás también ustedes tengan gratos recuerdos de sus seres queridos, no duden en compartirlo. Las buenas enseñanzas, las buenas costumbres lo positivo debe transmitirse, lo malo, lo perjudicial hacer lo contrario, debemos “marcar en roca las buenas acciones y en arena las malas acciones”. de tal manera lo bueno se perennice y sea difícil de borrar en el tiempo y las malas se borren cada vez que aparecen las olas.


Rarapaunta, Mayo 11 del 2009

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Además, esta poesía que adjunto a reglon seguido:

Por: Juan de Dios Peza

MI PADRE

Yo tengo en el hogar un soberano

único a quien venera el alma mía;

es su corona de cabello cano,

la honra es su ley y la virtud su guía.

En lentas horas de miseria y duelo,

lleno de firme y varonil constancia,

guarda la fe con que me habló del cielo

en las horas primeras de mi infancia.

La amarga proscripción y la tristeza

en su alma abrieron incurable herida;

es un anciano, y lleva en su cabeza

el polvo del camino de la vida.

Ve del mundo las fieras tempestades,

de la suerte las horas desgraciadas,

y pasa, como Cristo el Tiberíades,

de pie sobre las horas encrespadas.

Seca su llanto, calla sus dolores,

y sólo en el deber sus ojos fijos,

recoge espinas y derrama flores

sobre la senda que trazó a sus hijos.

Me ha dicho: «A quien es bueno, la amargura

jamás en llanto sus mejillas moja:

en el mundo la flor de la ventura

al más ligero soplo se deshoja.

»Haz el bien sin temer el sacrificio,

el hombre ha de luchar sereno y fuerte,

y halla quien odia la maldad y el vicio

un tálamo de rosas en la muerte.

»Si eres pobre, confórmate y sé bueno;

si eres rico, protege al desgraciado,

y lo mismo en tu hogar que en el ajeno

guarda tu honor para vivir honrado.

»Ama la libertad, libre es el hombre

y su juez más severo es la conciencia;

tanto como tu honor guarda tu nombre,

pues mi nombre y mi honor forman tu herencia.»

Este código augusto, en mi alma pudo,

desde que lo escuché quedar grabado;

en todas las tormentas fue mi escudo,

de todas las borrascas me ha salvado.

Mi padre tiene en su mirar sereno

reflejo fiel de su conciencia honrada;

¡Cuánto consejo cariñoso y bueno

sorprendo en el fulgor de su mirada!

La nobleza del alma es su nobleza,

la gloria del deber forma su gloria;

es pobre, pero encierra su pobreza

la página más grande de su historia.

Siendo el culto de mi alma su cariño,

la suerte quiso que al honrar su nombre,

fuera el amor que me inspiró de niño

la más sagrada inspiración del hombre.

Quisiera el cielo que el canto que me inspira

siempre sus ojos con amor lo vean,

y de todos los versos de mi lira

estos dignos de su nombre sean.

ALBUM FOTOGRAFICO


Salumina Gonzales, Virginio Bernabé y Ularia Gonzales (izq a der) (1965)
Mis padres con sus herederos (nietos: Danilo, Percy y Galo)
(1973) La familia Bernabé Gonzales
(1986) Bodas de Oro de Matrimonio de mis padres
Celebración de las Bodas de Oro con profesores del CNM "Tupac Amaru"
Mi hermano Santiago Bernabé (qpdqdg) con su esposa (1986)

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