Pérdidas :::: Facundo Cabral escapó del alcoholismo, del reformatorio, del cáncer, de la dictadura argentina y del olvido.
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La última vez que estuvo en Lima, tuvimos la suerte de verlo en vivo y en directo durante su presentación en el Auditorio del Colegio Santa Ursula, sinceramente genial, declamando al compas de las melodias de su guitarra, concejos, ocurrencias y mensajes de la vida y para la vida.
Transcribimos con mucho afecto para nuestros amigos seguidores de este blog, la nota que acaba de llegarnos a través de la revista Caretas Edición 2189.
Siempre de ti, Tú amigo y seguro servidor: Jawuacholo
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Tomado de la EDICION 2189 de Caretas
Lima, jueves 14 de julio de 2011
El adiós al trovador argentino e incansable caminante. Su vida fue intensa, comprometida y azarosa.
Quizá el trovador argentino, caminante incansable, estuvo preparado para un desenlace que al común de los mortales nos parece cruel y sin sentido. Él había dicho, en alguna oportunidad, que “se gana y se pierde, se sube y se baja, se nace y se muere. Y si la historia es tan simple, ¿por qué te preocupas tanto?” “No perdiste a nadie, el que murió, simplemente se nos adelantó, porque para allá vamos todos. Además lo mejor de él, el amor, sigue en tu corazón”. Último mensaje para sus millones de admiradores.
Tenía 74 años y estaba prácticamente ciego desde tiempo atrás. Abandonado por su padre antes de nacer, emigró con su madre y seis hermanos a Tierra del Fuego. Se escapó de su casa a los 9 años y cayó en el alcoholismo; terminó en un reformatorio por su comportamiento violento donde conoció a un sacerdote jesuita que lo impulsó a aprender a leer y escribir. Meses antes de cumplir su pena escapó del reformatorio. Un día encontró a un mendigo que le habló de Dios como de un padre de quien heredamos un linaje real que debemos honrar. La revelación le cambió la vida y trasmitió esta vivencia en sus canciones. Batalló el cáncer y la muerte de sus seres queridos. Durante la dictadura militar argentina se exiló en México, de donde regresó en 1984. En 1970 “No soy de aquí ni soy de allá” lo lanzó a la fama. En 1996, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) lo nombró “Mensajero Mundial de la Paz.” Su madre, antes de morir, le dijo: “Muero contenta porque cada vez te pareces más a lo que cantas.” No tuvo tarjetas de crédito ni propiedades.
Su vida hilvana un sinfín de anécdotas. Siendo niño fue de Tierra del Fuego a Buenos Aires para hablar con el entonces presidente Perón y pedir trabajo para su madre. Terminó hablando con Perón y con Eva Duarte de Perón quien, al solicitarle trabajo para su madre, dijo que comentó “Por fin alguien que viene a pedir trabajo y no limosna.” Escribió un libro, “Borges y yo”, y cuenta que cuando le preguntó a Borges por qué no había libros suyos en su biblioteca, le respondió “porque sigo teniendo el hábito de la buena lectura.” En el Campo di Fiore, en el Trastevere romano, encontró, dándole migajas a las palomas, a Arthur Rubinstein. “Le pregunté: ¿Usted es el que yo creo? y me dijo: Yo soy el que tú quieras. Le pregunté: ¿Usted es el maestro? Y me dijo: No, maestro es el que te puso delante de mí y a mí delante de ti. Yo soy Arthur Rubinstein.”
Admiraba profundamente a la madre Teresa de Calcuta. Cierta vez afirmó: “La gente es todo lo vieja que quiera ser. He visto algunas muchachas con 20 años estar totalmente envejecidas; por el contrario, conozco a una muchachita con 83 años, Teresa de Calcuta, que nos enseña a vivir todos los días.” De su profusa obra, un último mensaje para nuestras atribuladas sociedades y para cada uno de nosotros, incluyendo, por cierto, a la sufriente Guatemala: Alguna vez me preguntó mi madre: ¿cuándo vas a dejar de pelear para comenzar a vivir? ¡porque no se puede hacer las dos cosas a la vez! (Por: Luis F. Jiménez)
Se fue y no me pude despedir
Un testimonio sobre Facundo Cabral por Jimmy Arteaga Grustein.
Son las 2:15 de la madrugada del domingo. Estoy en Paris esperando mi vuelo de vuelta a Puerto Rico luego de una intensa jornada de trabajo y acabo de enterarme que mi amigo Facundo Cabral ha muerto.
¿Quien podía odiar a este hombre? Un hombre tan lleno de sabiduría y nobleza que prodigaba paz por donde fuere murió a manos de una manga de imbéciles, porque no hay otro calificativo para quien asesina a un poeta, a un artista, a un embajador de la paz.
Hace un año lo vi en Puerto Rico. Vino a presentarse luego de haber sido operado, risueño como siempre, burlándose de la muerte que lo persiguió por años con una inacabable enfermedad que logro superar con la fe. Lo vi cansado y le comente a unos amigos que me acompañaron a la función, "ha venido a despedirse" porque sentí que la enfermedad esta vez iba a lograr su objetivo y les conté la historia de mi relación con Cabral. Lo conocí en Israel, a través de un cassette de audio que me presto una amiga del Chaco argentino, "El Ferrocabral". Quedé fascinado. Decía tantas verdades sobre la vida, me hizo tanta compañía que nunca pude olvidar.
Me fascine con su estilo, su prosa, su dialecto burlón pero real, su mensaje de vida, las anécdotas sobre su madre Sara, presente siempre en el cantar de sus presentaciones. Por ejemplo: "le pregunte a mi madre quien era mi padre y me dijo que se yo loco había tanta gente"…. solía decir.
Su eterna alabanza a Dios a quien siempre agradeció por lo bueno y malo que le toco vivir. Un hombre que jamás perdió la fe a pesar de la desventura de perder a su esposa e hija en un trágico accidente aéreo y haber sufrido un cáncer que casi le quita la vida. Pues ese hombre se convirtió en mi ejemplo de vida.
.Su genio se apago para siempre pero su legado quedara inmerso en la historia. Para quienes tuvimos el honor de conocerlo y departir con el, elevemos una plegaria en su memoria. Para quienes no supieron quien fue busquen su obra, sentirán paz y aprenderán entre otras cosas a disfrutar lo que la vida nos ha dado.
Hasta siempre, descansa en paz Facundo. Tu prosa esta ya está al lado del ser a quien más agradeciste y admiraste siempre; Dios.
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Tomado de la EDICION 2189 de Caretas
Lima, jueves 14 de julio de 2011
El adiós al trovador argentino e incansable caminante. Su vida fue intensa, comprometida y azarosa.
Quizá el trovador argentino, caminante incansable, estuvo preparado para un desenlace que al común de los mortales nos parece cruel y sin sentido. Él había dicho, en alguna oportunidad, que “se gana y se pierde, se sube y se baja, se nace y se muere. Y si la historia es tan simple, ¿por qué te preocupas tanto?” “No perdiste a nadie, el que murió, simplemente se nos adelantó, porque para allá vamos todos. Además lo mejor de él, el amor, sigue en tu corazón”. Último mensaje para sus millones de admiradores.
Tenía 74 años y estaba prácticamente ciego desde tiempo atrás. Abandonado por su padre antes de nacer, emigró con su madre y seis hermanos a Tierra del Fuego. Se escapó de su casa a los 9 años y cayó en el alcoholismo; terminó en un reformatorio por su comportamiento violento donde conoció a un sacerdote jesuita que lo impulsó a aprender a leer y escribir. Meses antes de cumplir su pena escapó del reformatorio. Un día encontró a un mendigo que le habló de Dios como de un padre de quien heredamos un linaje real que debemos honrar. La revelación le cambió la vida y trasmitió esta vivencia en sus canciones. Batalló el cáncer y la muerte de sus seres queridos. Durante la dictadura militar argentina se exiló en México, de donde regresó en 1984. En 1970 “No soy de aquí ni soy de allá” lo lanzó a la fama. En 1996, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) lo nombró “Mensajero Mundial de la Paz.” Su madre, antes de morir, le dijo: “Muero contenta porque cada vez te pareces más a lo que cantas.” No tuvo tarjetas de crédito ni propiedades.
Su vida hilvana un sinfín de anécdotas. Siendo niño fue de Tierra del Fuego a Buenos Aires para hablar con el entonces presidente Perón y pedir trabajo para su madre. Terminó hablando con Perón y con Eva Duarte de Perón quien, al solicitarle trabajo para su madre, dijo que comentó “Por fin alguien que viene a pedir trabajo y no limosna.” Escribió un libro, “Borges y yo”, y cuenta que cuando le preguntó a Borges por qué no había libros suyos en su biblioteca, le respondió “porque sigo teniendo el hábito de la buena lectura.” En el Campo di Fiore, en el Trastevere romano, encontró, dándole migajas a las palomas, a Arthur Rubinstein. “Le pregunté: ¿Usted es el que yo creo? y me dijo: Yo soy el que tú quieras. Le pregunté: ¿Usted es el maestro? Y me dijo: No, maestro es el que te puso delante de mí y a mí delante de ti. Yo soy Arthur Rubinstein.”
Admiraba profundamente a la madre Teresa de Calcuta. Cierta vez afirmó: “La gente es todo lo vieja que quiera ser. He visto algunas muchachas con 20 años estar totalmente envejecidas; por el contrario, conozco a una muchachita con 83 años, Teresa de Calcuta, que nos enseña a vivir todos los días.” De su profusa obra, un último mensaje para nuestras atribuladas sociedades y para cada uno de nosotros, incluyendo, por cierto, a la sufriente Guatemala: Alguna vez me preguntó mi madre: ¿cuándo vas a dejar de pelear para comenzar a vivir? ¡porque no se puede hacer las dos cosas a la vez! (Por: Luis F. Jiménez)
Se fue y no me pude despedir
Un testimonio sobre Facundo Cabral por Jimmy Arteaga Grustein.
Son las 2:15 de la madrugada del domingo. Estoy en Paris esperando mi vuelo de vuelta a Puerto Rico luego de una intensa jornada de trabajo y acabo de enterarme que mi amigo Facundo Cabral ha muerto.
¿Quien podía odiar a este hombre? Un hombre tan lleno de sabiduría y nobleza que prodigaba paz por donde fuere murió a manos de una manga de imbéciles, porque no hay otro calificativo para quien asesina a un poeta, a un artista, a un embajador de la paz.
Hace un año lo vi en Puerto Rico. Vino a presentarse luego de haber sido operado, risueño como siempre, burlándose de la muerte que lo persiguió por años con una inacabable enfermedad que logro superar con la fe. Lo vi cansado y le comente a unos amigos que me acompañaron a la función, "ha venido a despedirse" porque sentí que la enfermedad esta vez iba a lograr su objetivo y les conté la historia de mi relación con Cabral. Lo conocí en Israel, a través de un cassette de audio que me presto una amiga del Chaco argentino, "El Ferrocabral". Quedé fascinado. Decía tantas verdades sobre la vida, me hizo tanta compañía que nunca pude olvidar.
Me fascine con su estilo, su prosa, su dialecto burlón pero real, su mensaje de vida, las anécdotas sobre su madre Sara, presente siempre en el cantar de sus presentaciones. Por ejemplo: "le pregunte a mi madre quien era mi padre y me dijo que se yo loco había tanta gente"…. solía decir.
Su eterna alabanza a Dios a quien siempre agradeció por lo bueno y malo que le toco vivir. Un hombre que jamás perdió la fe a pesar de la desventura de perder a su esposa e hija en un trágico accidente aéreo y haber sufrido un cáncer que casi le quita la vida. Pues ese hombre se convirtió en mi ejemplo de vida.
.Su genio se apago para siempre pero su legado quedara inmerso en la historia. Para quienes tuvimos el honor de conocerlo y departir con el, elevemos una plegaria en su memoria. Para quienes no supieron quien fue busquen su obra, sentirán paz y aprenderán entre otras cosas a disfrutar lo que la vida nos ha dado.
Hasta siempre, descansa en paz Facundo. Tu prosa esta ya está al lado del ser a quien más agradeciste y admiraste siempre; Dios.
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