miércoles, 5 de junio de 2013

CUCA DOCTOR



Amable lector, a partir de la fecha entregaremos periódicamente algunos relatos vividos en la Cordillera Huayhuash, para cuyo efecto hemos aperturado la sección  "Relatos Andinos", a la que  Ud. está invitado muy cordialmente. En esta ocasión, entregamos en las plumas de Eliffio Bernabé Gonzales,  "Cuca Doctor", experiencia compartida cuando era adolescente conjuntamente con mi hermano mayor Javier Virino que en paz descansa. Eliffio se suma a esa lista de invitados creadores en esta web, como muchos.

 CUCA DOCTOR

RECORDANDO  AL HERMANO  MAYOR



 Por: Eliffio Bernabé Gonzales
Pacllón, Junio 2013

Estos días, debido  a mis frecuentes visitas al dentista he recordado con añoranza y gratitud  mi adolescencia, el hecho ocurrido en marzo de 1958, cuando aspiraba a seguir estudiando la secundaria.
Mi hermano Javier Virino,  frecuentemente se quejaba de intenso dolor de muela.

Una mañana lluviosa en Pacllón, muy temprano,  enrumbamos  con destino a Chiquian  montados en nuestras acémilas. Mis padres preocupados por la salud de mi hermano, nos despidieron en el patio del hogar familiar, y salieron hasta la salida del pueblo para vernos partir hacia nuestro destino, expresamos el adiós con nuestras manos en  alto al voltear la baja de Cuntun.

Iniciamos el viaje raudamente por el camino de herradura, bordeando las  cementeras de trigales y maizales  de  Patiac y Auzana, sendero sinuoso y accidentado en algunos tramos,  atravesando  pendientes, abras y puentes  por el camino real construido apropiadamente que une uno de los distrititos más emblemáticos como Pacllón con la capital de la provincia.  Al cruzar  el río Takrarakra (Tagraragra) “río hablador” proveniente de la laguna Caracocha,  hay que tener mucho cuidado por esta época del año, cada vez se lleva el puente construido por los campesinos, único pase a la otra banda del pueblo; atravesamos por un lugar apropiado para cruzar el río. Luego de ello, el camino  sigue paralelo al  cauce del rio Achin, de sur a norte hasta el puente de Colpa, donde se une los ríos  Achin y Llamac para denominarse a partir de allí Río Pacllón, y en el lugar denominado Mashcash darse encuentro con los ríos Aynin y Pomapata y formar el  caudaloso Río Pativilca, que recorre cual serpiente plateada todo el Cañón de Cora, hasta Llaclla. Época en que todos los ríos de la zona manifiestan su bravura y turbulencia.

Era evidente la salud de mi hermano  requería  de una atención inmediata, debido a la infección de una dentadura molar que le aquejaba desde hace varios días; se notaba marcadamente la cara hinchada,  para paliar la hinchazón y el dolor se aplicaba paños húmedos cada cierto tiempo durante la travesía, así  mitigar el intenso dolor y el malestar que podría complicarse por el movimiento y  trotar del caballo.

Felizmente aquel día estuvo nublado, no hubo el calor solar como en otras épocas de la  estación. Frecuentemente le  iba  preguntándo durante el viaje “¿cómo te sientes?”, “¿te duele mucho?”, él solo atinaba responder moviendo la cabeza sea afirmativa o negativamente, observaba que soportaba un intenso dolor, su bravura era característico en él, solía enorgullecerse mis padres de su fortaleza de hermano mayor, su particular destreza y afición con los caballos y su marcada inclinación musical, dotes propios de hombres de esos tiempos. 

Durante el recorrido a orillas del río Aynin desde Cora hasta la Timpoc, el camino es llano, en épocas calurosas las brisas del río y las sombras de los molles y alisos menguan el calor sofocante de esta zona cálida, la fragancia de la vegetación existente en el trayecto invita olvidar momentáneamente cualquier preocupación.

Ya en la subida de Shiwish, famosa cuesta desde Timpoc, donde hasta los mejores y forzudos caballos, mulos y asnos se quebrantan llevando consigo sus cargas de ocasión, la pendiente y  extensión de este trayecto empinado, doblegan nuestra acelerada travesía,  menguando la velocidad del viaje, hasta convertirla en lenta y  pesada, cual procesión de la fiesta patronal del mes de  agosto en Pacllón.

Apenas llegamos a nuestro destino en horas de la tarde,  previa averiguación ubicamos a nuestro personaje, la información obtenida  es que se trataba de un sujeto con “amplio conocimiento”  de las bondades de la hoja de la coca con fines medicinales, al parecer nadie conocía su verdadera identidad, los pobladores lo conocían como “cuca doctor”.
En efecto se trataba de un caballero oriundo de Huánuco,  de unos 60 años aproximadamente, llevaba puesto saco y corbata  disonantes de la formalidad para vestirse,  como es costumbre con estos atuendos, usaba lentes  de severa medida  conocido como “poto de botella”. Fuimos recibidos con relativa amabilidad y desconfianza porque éramos desconocidos para él,  igual que para nosotros, su rostro adusto con el ceño fruncido, peinado a la gomina, con notorias arrugas en su frente confirmaban su sospechada edad – notamos que nos miraba por encima de sus desproporcionados anteojos.

El ambiente donde fuimos atendidos era relativamente reducido, se apreciaba muebles y equipos no apropiados para un consultorio dental,   apenas una mesa de madera descolorida,  sobre ella diversos frascos de vidrio  con tapa de jebe y conteniendo algún brebaje, de forma y tamaños diversos, un estuche metálico de  jeringa antigua y otros efectos personales. La iluminación del ambiente tenue,  del techo colgaba  un foco encendido que escasamente permitía distinguir las cosas de los rincones de la habitación.

En todo  momento estuve  pendiente de sus movimientos, porque era la primera vez  que tenía al frente a un “especialista sacamuelas”  para atender la dolencia de mi hermano, como tampoco nunca habíamos acudido a consultorio alguno para el tratamiento dental.
Previa evaluación de mi hermano como su paciente,  determino  la extracción de la pieza dental  afectada, no tuvo en cuenta su  evidente estado de infección ni tampoco la hinchazón.

Utilizando una jeringa metálica  procedió a mezclar sustancias en pequeñas dosis  entre diferentes frasquitos para luego aplicar directamente  a la muela infectada de Javier Virino, tanto el paciente como yo creíamos que se trataba la anestesia o algo parecido, más adelante con una burda tenaza  después de varios intentos extrajo una gigantesca muela de tres raíces,  a pesar de que mi hermano  se retorcía de intenso dolor,  mucho más   fuerte que el dolor inicial - la supuesta anestesia no había surtido efecto.  Mientras en el exterior  caía una intensa lluvia invernal,  anegando las estrechas calles del pueblo,  el aludido  “cuca doctor” no obstante de desempeñarse empíricamente se había ganado el prestigio en la población de la región, convirtiendo su consultorio de frecuentes atenciones a los ocasionales pacientes.

Mi   hermano, que hace tres años partió de este mundo ojala se haya encontrado con su dentista para reclamarle por el dolor sufrido y hayan acordado tener una paz eterna para el beneplácito de nosotros sus deudos.




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